La firma, el círculo, la fraternidad, la familia, el grupo, el cuerpo, la comunidad, el partido, el club, la cofradía, el clan.

Estos son algunos adjetivos con que muchas agrupaciones se definen a sí mismas. Pueden ser iglesias, clubes deportivos, partidos políticos, mafias, asociaciones civiles, grupos anarquistas o racistas o simplemente un  grupo de ancianas que se juntan a jugar a las cartas los sábados por la tarde.

Tienen reglas escritas o implícitas dependiendo de sus objetivos que pueden abarcar desde el sometimiento de un país o una región a los intereses políticos o económicos de la entidad hasta el juntarse una noche de semana a jugar Fútbol 5.

Sus intereses varían. Puede tratarse de la dominación, el control, el poder, el dinero. O simplemente divertirse, compartir un ideal artístico, bordar o salir a pescar.

Los que entran deben aceptar verbalmente o por escrito las reglas y si se salen pueden ser despedidos en un amigable asado o ejecutados por traición en un oscuro callejón en una noche de lluvia. Depende del grupo que se trate…

Algunos mantienen un severo secreto y como dijo cierto impresentable cristiano “mientras más invisibles son, más influencia tienen” y otros publican sus fotos en las redes sociales y todo el mundo se entera de sus acciones.

Tienen estructuras de disciplina que van desde un simple llamado de atención porque faltaste a la reunión pasada sin avisar hasta una severa amonestación y el llamado a pedir perdón públicamente ante el grupo en su encuentro semanal o mensual.

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En fin. Se pueden decir muchas cosas de estas entidades. Se puede discutir ad nauseam si son edificantes o destructivas y si sus asuntos son dignos de encomio o merecen la repulsa de la sociedad.

Lo que está claro para mí desde hace mucho es que no soy ni seré parte de ninguna organización que tenga como fin controlar mi pensamiento o mis decisiones.

Podré participar en alguna ocasión en sus convocatorias, si es que ello contribuye al bien común de algunas personas y a mi vocación.

Pero no he de someter mis lealtades a quienes han definido, sin mi consentimiento ni mi participación qué debo leer, qué debo creer, que debo escribir, qué no debo escribir, adónde puedo ir y adónde no, cómo debo vestirme y cómo no, ni qué debo ver y qué no debo.

Aprecio supremamente de Jesús su definición de la libertad que proviene de la verdad. (Juan 8:32)

Benjamín Parra

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