En este mundo, compañeros, el Pecado, si paga el viaje, puede andar libremente y sin pasaporte, mientras que la Virtud, si es pobre, es detenida en todas la fronteras.

(Herman Melville, Moby Dick)

Meditación impertinente. Así podría calificarse esta afirmación de Melville si se tiene en cuenta que la dijo en una época en que el sentir religioso en los Estados Unidos era muchísimo más sensible de lo que es hoy. Aunque no se puede negar que tal sensibilidad permanece en los sectores más clásicos del ser evangélico. Así que  la expresión el pecado tiene vía libre si paga el viaje seguiría sonando irreverente.

Es innegable sin embargo la verdad que contiene. Consideremos algunos hechos.

Gobernantes, magistrados, congresistas, personeros de alto rango, policías, empresarios multinacionales, líderes religiosos que han mentido, abusado, violado y que se robaron todo siguen teniendo libre tránsito en las altas esferas, mantienen una alta intención de voto (!), rasgan vestiduras ante la corrupción ajena, en fin.

Piensen en la persona que paga sus impuestos bajo estricto apercibimiento de embargo, cárcel y escarnio público y que además mantiene un registro público impecable. Halla enormes obstáculos en todas las esferas para lograr fundar un negocio limpio, ser oído en la justicia o en el edificio municipal o simplemente para caminar por la calle con un mínimo de seguridad y orden.

Si se mira bien, lo que franquea todos los caminos es la plata. La educación, la conducta irreprochable, las buenas costumbres tienen que esperar atrás: ¡Que pasen los millones de los señores y las señoras! Porque aunque sea un dicho castizo y viejo, “Con plata se compran huevos”.

Lo que duele más no es que alguien ofrezca plata para sobornar al político, al juez, al policía, al funcionario, al ministro de la fe. Lo que destruye toda esperanza y lo que lo llena de bronca a uno es que el político, el juez, el policía, el funcionario y el ministro de la fe soliciten y/o acepten la plata. De esto no nos salva nadie. Nadie, a menos que como ya mencionamos aquí antes, la gente buena haga algo.

Pero la gente buena está muy ocupada en sus importantes asuntos: bienestar personal y familiar, seguridad ciudadana, iglesia o club, compras al contado y a plazo, tranquila jubilación y por añadidura la vida eterna.

Así que, don Herman Melville, las cosas no han cambiado mucho, ¿no le parece…?

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