Lugares comunes. Lugares preferentes. Lugares inolvidables. Cosas maravillosas o terribles tuvieron lugar. Ese no es tu lugar. Mi lugar en el mundo. No hay más lugar. Yo no haría eso si estuviera en tu lugar

Algunos especialistas sugieren que el verdadero origen de la palabra lugar se encuentra en la lengua romance y significa “pequeña población establecida en el claro de un bosque”. Eso me pareció sumamente atractivo y me propuse explorar algunos diversos lugares que conozco.

El lugar de la soledad. Me tomó años reconocerlo y acostumbrarme a su paisaje reposado y algo lejano. No es un sitio fácil. No tiene buena reputación para la mayoría y te suelen recomendar que no te quedes a vivir ahí. Pero hallé parajes felices en su territorio y adquirí el hábito de permanecer allí horas. Y días a veces.

Ese no es mi lugar. He ido reconociendo muchos sitios que no son ya más mi lugar. La chimuchina, el ruido de motores, tubos de escape, televisores y músicas a todo volumen, gente hablando a gritos en bares y aeropuertos. Los estadios, los conciertos multitudinarios, las marchas, las fiestas concurridas.

Estate en tu lugar. Hay sitios en las instituciones cristianas donde no puede entrar el pueblo. A través de largos pasillos y puntos de seguridad se llega a un pequeño living al que sólo tienen acceso los guardaespaldas y los allegados del poder. Sólo para personas VIP. El domingo a la noche el líder había predicado acerca del amor de Dios para el mundo. Esto es real. Lo viví en una mega iglesia en una ciudad sudamericana hace tres o cuatro años.

No hay lugar. Porque llegamos tarde. No teníamos gente conocida que nos diera una credencial para entrar. Sólo cupieron personas recomendadas por el jefe, parientes con ventaja, gente bonita que no desentona, de color grato a la vista y bien vestidos.

Cosas maravillosas y terribles tuvieron lugar. A veces me siento tentado a escribir unas memorias de mi largo peregrinaje por tierras evangélicas. He presenciado maravillas del amor, la renuncia y la pasión por el mundo. He presenciado y oído historias horribles perpetradas por personas que predican el amor de Jesús. Pero me dicen: Yo no haría eso si estuviera en tu lugar. Se tendrán que relatar entonces en voz baja en oscuros tabucos a los cuales algunos noctámbulos se autoconvocan movidos por la bronca, la tristeza y el desamparo, tarde en la noche.

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