Hace algunos días he estado reflexionando, leyendo y estudiando acerca de cómo puede ser el mundo cuando el último ciudadano analógico parta de esta tierra, a esas alturas ya completamente en manos de todo nativo digital.

¿Será un mundo tipo Black Mirror, Altered Carbon? ¿O algo distópico tipo El cuento de la criada o El libro de Eli? No sabemos.

En esa grave hora habrá desaparecido el libro y el periódico de papel y en las imprentas, convertidas en museos de la memoria, no se oirá más el traqueteo de máquinas láser y prensas offset.

La escritura a mano, las lapiceras y los teclados de la computadora convencional serán apenas un vestigio. Silenciosas rumas de cuadernos y agendas se hallarán en oscuros negocios de antigüedades en callejones similares de los de Blade Runner o Player One, junto a fotografías y afiches legendarios.

Las conversaciones alrededor de una mesa de café o unas cervezas a las nueve de la noche de los viernes después del trabajo sólo serán citadas en crónicas de cine retro o documentales que llegaran vía inalámbrica a los implantes digitales de los ciudadanos interesados en saber cómo se comunicaban sus antepasados.

Los antiguos data shows, las pizarras y los marcadores serán exhibidos como curiosidades del mundo antiguo, cuando todavía se hacían clases en facultades a las cuales los estudiantes que tenían que acudir en persona.

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A veces bromeo diciendo que cuando cosas como ésas ocurran, nosotros ya no existiremos y seremos librados de semejante evolución.

Nuestras obras y nuestros trabajos estarán guardados en un viejo pendrive que nuestras hijas o nietos guardarán con cariño sabiendo que, a pesar de no tener entonces utilidad alguna, representan el vigor de la vida de viejos parientes queridos.

Las formas de razonar, de tomar decisiones, de sentir las cosas, de comunicarse, de gobernar, de hacer arte y deporte, de resolver disputas internacionales, de aprender, de multiplicarse, de ser padres, de ser hijos, de divertirse, en fin, todas a aquellas cosas de que se trata la vida humana, ¿cómo se harán?, ¿cómo serán?

A veces las películas o series nos aproximan a mundos futuros imaginarios y otros no tan futuros. Las opciones no parecen ser muchas.

Se convierte todo en un universo virtual con muchas de esas cuestiones imaginarias o después de una gran conflagración el mundo vuelve a épocas prehistóricas y los sobrevivientes empiezan todo de nuevo.

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