Cuando éramos chicos nos llevaban de vacaciones al campo del tío José y la tía Carolina. Podría llenar páginas con las impresiones que, desde los cinco años, tengo de esos días inolvidables. A algunas horas del día se escuchaba el sonido característico de unos pájaros que sobrevolaban los maizales y el tranque. No sé por qué razón con mi hermano mayor los llamábamos los pepes. Los primos nos decían, Esos son tréguiles.
Esta mañana me desperté pensando en los pepes y acudí al conocimiento omnisciente de internet. En realidad tréguil es el nombre mapuche de los queltehues (vanellus chilensis) y se dice que sus gritos al volar anuncian la lluvia.
He notado que están regresando las bandurrias … Escucho sus gritos tan particulares, deben haber migrado para alimentarse de peces durante el invierno, me escribe una amiga desde el sur de Chile. La bandurria (theristicus caudatus) es un ibis grande y pesado de varios colores; vive en bosques, pantanos, sabanas, lagos y bosques abiertos.
Mi padre, que de joven había vivido con los tíos que menciono al principio, detestaba a los gorriones (passer domesticus). Solía decir que eran unos pájaros dañinos para el campo. Nunca pude comprobar su dicho.
El tío Carlos compró una vez dos parejas de catitas australianas (meopsittacus undulatus). Les hizo una gran jaula y nos enseñó a alimentarlas con alpiste, a limpiar el piso de la jaula y a observarlas. Nos parecían unos pequeños loros de colores vivos y brillantes.
Mi mamá hablaba de los tuetués. Decía que eran unos pájaros relacionados con unas artes mágicas oscuras en los campos del sur de Chile. En realidad, no existen pero la mitología dice que es el alma de alguna bruja que sale de su cuerpo para volar por la oscuridad de la noche.
Entonces están los vencejos (apus apus) que llenan la tarde del verano en la ciudad donde vivo. Vuelan en bandadas enormes que se mueven como si fuera una sola ave; cambian de dirección velozmente y a la tarde se juntan en unos árboles inmensos en la plaza principal. Se parecen mucho a las golondrinas. Una tarde iba caminando por ahí y empecé a oír un ruido semejante a una inmensa cascada de agua. Eran los vencejos que se preparaban para pernoctar.
Y así, podríamos pasar horas hablando de los pájaros que han acompañado y acompañan nuestros días hermosos o tristes.
Diversa y bella creación del Señor… menos los tuetués, por cierto.

Deja un comentario