Cuenta un pastor que una mujer borracha entró un domingo por la noche en su iglesia y entregó su vida a Cristo.
El co pastor de la iglesia fue a visitar al esposo de la nueva convertida al día siguiente y vio que era un mecánico muy inteligente, pero contrario a la religión y apegado a las ideas escépticas de Ingersoll, quien fue apodado como el “gran agnóstico”. El hombre estaba disgustado por la conversión de su esposa y dijo que no tenía ninguna duda de que ella volvería pronto a su antigua vida.
Seis meses después este mismo hombre vino a ver al pastor, con gran perplejidad en cuanto a su propia situación espiritual, y le dijo: He leído todos los libros sobre las evidencias del cristianismo y he podido resistir a sus argumentos, pero en los últimos seis meses he tenido un libro abierto en mi hogar, en la persona de mi esposa, que no puedo refutar. He llegado a la conclusión que yo debo estar en un error, y que tiene que haber un poder santo y divino que puede tomar a una mujer borracha y convertirla en una mujer santa, amable, paciente y piadosa, como es ahora mi esposa.
Todos aquellos que hemos experimentado la vida en Jesús, procuramos hablar a los demás del gran sacrificio que Dios hizo al mandar a su Único Hijo a morir por nosotros. Sin embargo, tampoco es extraño que en ese nuestro afán de compartir con otros nos encontremos con gente que se resiste a escuchar las Buenas Nuevas porque conocen a un pariente, amigo, vecino o alguien que deja mucho que desear con su comportamiento.
Nuestras vidas son el mejor ejemplo, por eso Pablo dice en 2 Corintios 3:2: La única carta de recomendación que necesitamos son ustedes mismos. Sus vidas son una carta escrita en nuestro corazón; todos pueden leerla y reconocer el buen trabajo que hicimos entre ustedes. (NTV)
¿Cómo está tu vida? ¿Crees que es una buena carta de recomendación? Si hasta ahora no has dado el mejor ejemplo, aún puedes cambiar, Dios puede transformar tu vida y usarte para alcanzar a otros. Busca permanecer en comunión con el Señor, es la única forma en la que Él te irá mostrando aquellas cosas que te hacen daño y que no te dejan crecer o te alejan de Dios.
Pídele al Señor que te permita ser un instrumento útil en sus manos y no una piedra de tropiezo para los demás, que tu vida sea la mejor carta de presentación para los que te rodean.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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