Categories: Devocionales

¿Cómo tener victoria frente al pecado?

Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.

Mateo 8:1-3 (RVR 1960).

Este pasaje nos declara uno de los milagros de Jesús. Cuando una persona contraía lepra, además de originar un alejamiento social, producía  aversión por el olor y el aspecto que  presentaba. Pero cuando el Maestro sanó a este leproso, él fue libre de ese mal, provocando que nuevamente sea aceptado por la sociedad;  podía abrazar a sus familiares, ya no tenía que vagar por cavernas y lucía un aspecto físico saludable.

Pero, ¿Qué sucedería si la persona sana nuevamente volviera a vivir como leproso? ¿No sería ilógico? Es decir, vivir nuevamente aislado, escondiéndose de la gente, sin asumir la sanidad que Jesús hizo en su vida. Finalmente, viviría como leproso a pesar de haber sido sanado.

Al meditar en nuestra vida espiritual, muchos de nosotros volvemos a vivir como esclavos; a pesar de que un día nos rendimos a Jesús, y lo invitamos a nuestro corazón para que sea el Señor de nuestra vida, seguimos viviendo como prisioneros, ¿Por qué continuamos con esos pecados que nos arrastran una y otra vez a la misma condición?

Es porque no estamos asumiendo la posición que nos fue dada. Dios nos hizo libres del pecado, pero nos otorgó a nosotros la responsabilidad de mantenernos firmes.  Por ello dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Gálatas 5:1 (RVR 1960). 

Mientras nos encontremos en este mundo, todos los días tendremos una lucha interna entre nuestro espíritu y nuestra naturaleza pecaminosa, la cual ganará quien esté más fortalecido. Es por ello que en la Biblia dice: “Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo” Colosenses 3:5 (NTV).

Si alimentamos los deseos pecaminosos, es obvio que aumentará su poder y continuaremos en esclavitud, pero si por el contrario fortalecemos nuestro espíritu por medio de la meditación en su Palabra y sometemos nuestro cuerpo a la obediencia a Cristo, iremos venciendo día a día. 

Asumamos la posición que Jesús nos dio, Él nos hizo libres, el pecado ya no puede adueñarse de nosotros para hacer lo incorrecto. En nosotros esta el poder del Espíritu Santo para ir de victoria en victoria. 


El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Neyda Cruz

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