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Escondido en la roca

La ardilla de manto dorado, es un roedor que mide alrededor de 30 cent. Se la puede reconocer fácilmente porque tiene unas líneas doradas desde la cabeza hasta la cola.

Este animalito suele cavar madrigueras para invernar durante la temporada de frío para esconder sus alimentos y sobre todo para ocultarse de sus depredadores naturales. Lo interesante es que las entradas a sus pequeñas cuevas siempre están bajo árboles caídos, pero sobre todo, bajo rocas grandes porque son más fuertes y difíciles de roer.

Durante el tiempo en el que duermen mientras pasa el invierno, al cuidar a sus pequeñas crías, cuando almacenan sus alimentos o simplemente para sentirse refugiadas, esconderse bajo una roca se ha convertido en el escondite perfecto para estas pequeñas ardillas.

2 Samuel 22:3 “Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste.” Versión Reina-Valera 1960

Hace mucho tiempo, un pastor se puso a componer una canción que en cierta parte dice: “Mi roca fuerte eres tú. Señor, pacientemente espérame, sólo te pido que me des fuerza y poder en la tentación…”

Quizás ese himno nunca ganó un premio, nunca haya sido parte de las más escuchadas de su época, quizás nadie lo recuerda como un clásico, tal vez nunca lo oíste y no forme parte de tus canciones preferidas, pero en una sola estrofa encierra una verdad: Jesús como Roca de Salvación.

Cuando el hijo de Dios vino al mundo y caminó entre los hombres, muchos se sentían alentados por las palabras de verdad que decía y los seguían, porque encontraban en Él al mesías prometido y a un libertador.

Aunque hoy no podemos verlo físicamente, Jesús sigue caminando en medio de nosotros, dando fuerzas a quienes lo buscan, alentando al caído y al humilde, presente en los momentos más duros que atraviesa la humanidad, continua salvando vidas y venciendo  en medio de toda batalla.

Jesús continúa siendo el camino la verdad y la vida. Él sigue siendo la roca de salvación a la que se puede aferrar todo aquel que está en medio de los maremotos que provoca el pecado y los diversos problemas con los que nos encontramos en la vida, en esos momentos difíciles puedes hallar un escondite y un refugio.

Salmos 18:2 “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.” Versión Reina-Valera 1960

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

CVCLAVOZ

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