En una ciudad de la costa de donde salían en aquel tiempo grandes buques veleros que tardaban casi un año en regresar, el pastor acostumbraba imprimir un informe estadístico de fin de año.
Un año los fieles se dieron cuenta de una nota desacostumbrada. Entre los registros que indicaban hechos y cifras de sucesos en el año se hallaba esta nota: “Perdidos en el mar: 9”.
Los miembros de la congregación no sabían de ningún naufragio que hubiese acontecido entre los miembros de la iglesia durante aquel año; por lo que alguien le preguntó al pastor qué quería decir aquello.
-Bueno- contestó él- Durante el año, once familias han estado orando por los que salían al mar; como sólo oí a dos familias dar gracias públicamente al Señor por el retorno a salvo de sus seres queridos, he asumido que los restantes nueve se perdieron, por eso los incluí en el informe.
La mayor parte de la gente es experta en pedirle a Dios muchas cosas: Casas, trabajo, dinero, salud, una pareja, viajes, etc. pero muy poca gente se toma el tiempo de agradecerle al Señor por las bendiciones recibidas y las oraciones contestadas.
Si bien es cierto que nadie más que Dios puede suplir nuestras necesidades y que es al único que podemos acudir, seguros de que puede ayudarnos, también es bueno darle gracias por todas aquellas cosas que tenemos, por su salvación, la familia, la salud, el trabajo, etc.
No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús
Filipenses 4:6,7 (NTV)
Es verdad que nuestro agradecimiento debe ser a Dios y podemos hacerlo en una oración privada y personal, pero también es bueno contar de las bendiciones de Dios a los demás y dar las gracias públicamente, no por orgullo ni queriendo presumir, sino porque eso ayuda a que la fe de los demás también se fortalezca y crean. Por ejemplo, en Juan 11:41,42 tenemos este fragmento del relato de la resurrección de Lázaro: “Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído. Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste»” (NTV).
Mucha gente afirma su fe cuando escucha de las maravillas que Dios puede hacer en nuestras vidas. Los testimonios infunden ánimo en aquellas personas que a veces sólo se enfocan en los problemas y pierden de vista quién es Dios y lo que puede hacer en nuestras vidas.
Sé agradecido con Dios, todo lo que poseemos y somos es gracias a Él.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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