“¿Quieres vivir una vida larga y próspera? ¡Entonces refrena tu lengua de hablar el mal y tus labios de decir mentiras!” Salmos 34:12-13 (NTV)
El Salmista estaba consciente del daño que una lengua sin freno podría provocar; de ahí es que nace la importancia de aprender a controlar las palabras que salen de nuestra boca. No es fácil, pero esto de alguna forma nos da la oportunidad de examinar nuestro corazón. Porque lo que decimos, y cómo lo decimos, habla mucho de nuestra condición espiritual.
Si alguna vez te has visto enredado en un chisme, te animo a armarte de valor para cortar con ello, porque el único fin que tiene es dañar a los demás y provocar división en la iglesia de Dios. Por ello, antes de que una palabra salga de tus labios, piensa en si esto edifica o destruye a tu prójimo; y toma en cuenta lo que la Biblia dice acerca de no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Porque ¿quién confiaría en alguien que habla mal de los demás, sabiendo que podría hacer lo mismo contigo? Así que, ¡sé sabio, no hables mal de nadie!
Por Ruth Mamani
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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