A muchos se nos hace difícil reconocer en que somos buenos. Para otros es obvio. Pero por alguna razón, nos cuesta valorar los dones, las bendiciones que nos han dado.
Puede ser porque vivimos en una cultura de “más es mejor”. Por esta razón siempre estamos pensando que algo nos falta. Vemos los logros de los demás y pensamos que necesitamos ser un poco más como ellos (y es probable que ellos nos estén mirando y pensando lo mismo acerca de nosotros).
Siempre he dicho que no debemos compararnos, pero entiendo que para muchos esa es una manera de motivarse a ser mejores. Si estamos admirando cosas que no son superficiales tal vez no sea tan grave y nos pueda ayudar a desarrollar mejor los talentos que ya Dios nos dio.
Sea grande o pequeño nuestro talento, debemos hacer el esfuerzo por servir a Dios con él. Como la canción del tamborilero, un chiquito muy pobre que sólo tenía un tambor cuando le iban a dar regalos a Dios y ofreció tocar y cuando lo hizo, despertó en todos el deseo de cantar y alabar a Dios. Así mismo, por pequeño que te parezca tu don, hazle a Dios un pequeño obsequio todos los días, porque Él nos ve con otros ojos y para Dios, ese pequeño talento tiene más valor que para nosotros o para cualquiera.
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
1 Pedro 4:10 RVR60
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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