Me impresionaba la bondad de un amigo hacia las personas en necesidad. Siempre que en nuestro camino encontrábamos una persona pobre, no se fijaba en la moneda más pequeña para darle, sino en el billete que serviría para cubrir la alimentación del día o, en lo posible, de la semana.

Un día compartió, con un grupo de amigos, que hubo un tiempo en el que padeció escasez, sabía lo que implicaba estar en esta situación; por lo tanto, para él era fácil dar al que no tenía.

“Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.” Filipenses 4:12 (RVR 1960)

A pesar de que Pablo era un siervo fiel y obediente al Señor, Dios permitió que enfrentara hambre y necesidad. Esto hizo que Pablo fuera un hombre fuerte y maduro, estaba preparado para vivir en pobreza como en abundancia; para él no era importante si un día estaba sin comer, sino que lo primordial era obedecer el mandato que el Señor le dio ¡Pablo era un hombre de Dios!

El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2 Corintios 1:4

La palabra del Señor menciona que enfrentaremos tiempos de tribulación. Lo importante es que Dios estará con nosotros en esos momentos difíciles, dándonos consuelo y amor; así también el Señor pide que apoyemos a las personas están sufriendo lo mismo que hemos enfrentado y que los consolemos como Él lo hizo con nosotros.

La tribulación, escases y hambre, nos harán madurar y entender al otro, por tanto si estás enfrentando una prueba, te animo a ser como Pablo, confía en Dios y ocúpate de obedecer el mandato que te dio.

¡Sólo en obediencia saldrás victorioso de la aflicción!

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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