¿Cuántas veces has querido cambiar el pasado por un error que cometiste? ¡Una decisión que hubiera cambiado tu presente! Es de humanos desear volver al pasado, pues somos frágiles criaturas.

La debilidad del hombre ante el pecado es grande cuando el corazón está inclinado más a las pasiones o deseos que al carácter de Dios y no sucede de un día para otro, sino es progresivo y sí, indudablemente, Dios nos perdona cuando hay arrepentimiento genuino y cambio de actitud pero por otra parte debemos enfrentar las consecuencias.

Debemos tener muy presente Romanos 6:1 que dice:” ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” Y la respuesta está en el versículo 2, “¡De ninguna manera!” No debemos continuar en el pecado para que abunde más la gracia “Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” Definitivamente, como cristianos, el pecado debe morir en nosotros.

Hoy en día el pecado es disfrazado de “bueno” de “tolerancia” y hasta de “amor” y muchas veces llega a confundir al mismo pueblo de Dios. Necesitamos ser conscientes de que el pecado es destrucción y nadie que lo practique puede tener comunión con Dios.

Busquemos ser sensibles al impacto que el pecado tiene y tendrá en nuestra vida, nos es ningún juego es algo serio que puede cambiar nuestro futuro eterno.

Aunque las consecuencias son las más temidas, el Señor es bueno y no nos dejará caídos, por eso nuestra manera de hacer frente es importante, o nos quedamos en el piso o tomamos la mano de Dios y nos levantamos.

Si estás consiente de que en tu vida hay más inclinación a lo malo, de acuerdo a los preceptos de Dios, antes que a lo bueno, pídele ayuda, de todo corazón dile que te ayude a ser sincero como dice Salmos 26:2 LBLA “Examíname, oh Señor, y pruébame; escudriña mi mente y mi corazón”

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario