Al noroeste de la ciudad de Nanchang, en Jiangxi provincia de China, existe un edificio que ha estado en ese mismo lugar por generaciones; El Pabellón del Príncipe Teng que data del año 653 d.C.

Este edificio fue construido para ser la casa del sobrino del emperador nombrado en esa época gobernador del lugar. Sin embargo, 20 años más tarde el nuevo gobernador se quedó con la edificación que hasta antes de su muerte fue su hogar. El nuevo dueño no dudó en reconstruirlo con mejores materiales y hacerlo mucho más imponente. La arquitectura china de la época se puso en marcha logrando un acabado inmejorablemente elegante.

Pero el glamur del edificio no pudo soportar el paso del tiempo; las guerras, los conflictos entre imperios chino-japoneses, los cambios climáticos, las tormentas, etc. fueron los principales contribuyentes a su deterioro.

Es por eso que todos los gobernadores que habían ocupado esa casa trataron de mejorarla y de reconstruirla usando los materiales más resistentes que podían encontrar en cada época, pero siempre guardando el estilo inicial.

Con la intención de buscar un acabado perfecto, la ingeniería china no podía darse el lujo de arreglar solamente la fachada, sino que debían destruir más de  una vez los cimientos para colocar unos nuevos y más resistentes en su lugar.

Este proceso constante de reconstrucción fue interrumpido en 1926, año en el que el edificio fue totalmente destruido por diferencias religiosas y las invasiones a China. Pero su memoria fue grabada en dibujos de artistas y arquitectos que tenían admiración por semejante obra inmobiliaria.

No fue sino hasta el año 1989 cuando se decidió reconstruir el edificio en base a la recopilación de todos los documentos históricos que les permitía levantar totalmente el edificio en su diseño original, pero esta vez los cimientos debían ser de hormigón armado y usarían madera de roble para aprovechar su durabilidad. Todo sería nuevo pero conservaría la belleza que caracterizó su fachada por años y que perdura hasta nuestros días.

Cuando un edificio va a ser remodelado, la arquitectura sugiere siempre revisar primero los cimientos ya que construir algo sobre materiales debilitados, corroídos o con fisuras, podría comprometer toda la construcción y todos los arreglos que se vaya a hacer.

Eso mismo es lo que Dios hace en muchas ocasiones en la vida de sus hijos. Lamentablemente nuestro carácter, madurez y sabiduría, podrían no ser los más fuertes y no resistirían el peso de una nueva bendición en nuestras vidas, sencillamente terminaríamos perdiéndolo todo por no tener la capacidad administrar un regalo. Entonces nuestro Padre que está en el cielo teniendo la firme intención de darnos lo mejor y que no lo perdamos, toma la decisión de reconstruir desde las bases.

La demolición siempre es lo más doloroso, pero no se podría construir algo superior en su lugar sin atravesar este proceso inicial.

“Justo es Jehová en todos sus caminos, Y misericordioso en todas sus obras.” Salmos 145:17  RVR1960

Dios quiere darnos lo mejor pero en ocasiones, al igual que con el edificio chino, el arquitecto encargado de la reconstrucción debe tomar la decisión de quitar una base inestable para colocar en su lugar otra más resistente.

Nadie quiere pasar por el proceso de renunciar o de perder algo, pero es necesario. Si te sientes identificado, no tengas miedo y tampoco creas que tus sueños o anhelos están perdidos. Solo confía en Dios creyendo que él tiene todo bajo control y que aún está trabajando en tu vida.

“Confía en el Señor y haz lo bueno, vive en la tierra y mantente fiel. Ama al Señor con ternura, y él cumplirá tus deseos más profundos.” Salmos 37:3-4 Versión DHH

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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