“Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.” 1 Corintios 15:58 (NVI)

Uno de los más grandes enemigos que tenemos en estos tiempos, uno de los principales causantes de muchas vidas sin propósitos y sin sueños es la falta de compromiso con Dios.

Es curioso ver como fácilmente nos comprometemos con diferentes actividades y personas en nuestra vida pero difícilmente mantenemos nuestro compromiso con Dios.

El ejemplo más claro es cuando vamos al culto, donde Dios habla una cosa y nosotros salimos con todas las ganas de arremeter contra Satanás, decididos a ganar almas para Dios, dispuestos a morir si fuera preciso por la causa de Cristo. Pero pasan un par de horas y todo ese fuego se apaga. ¿Qué paso? Bueno, esto pasa usualmente cuando no tenemos compromiso con Dios.

Muchos somos cristianos sin compromiso, vamos a la iglesia cuando queremos, leemos la Biblia cuando deseamos, oramos cuando sentimos hacerlo y, lo más triste, amamos a Dios cuando queremos.  Lamentablemente nuestra vida misma refleja esa falta de compromiso que llevamos con Dios, no mantenemos nuestras promesas y si las mantenemos es sólo por un tiempo corto y después las olvidamos.

Es increíble ver como mantenemos nuestro compromiso con nuestro trabajo, con nuestros amigos y familiares, pero es terrible ver que somos incapaces de mantener  nuestro compromiso con Dios.

Para muchos de nosotros el trabajo es el que ocupa el primer lugar, cuando debería de ser Dios, pues es Él quien nos da nuestro trabajo.

¿Cómo está tu compromiso con Dios? “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.” Mateo 15:8

¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les mando hacer? Lucas 6:46

Muchos de nosotros queremos servir al Señor desde nuestro punto de vista. Queremos muchas veces predicar a lo largo del mundo, cuando ni siquiera podemos predicarle a nuestros vecinos. Muchos de nosotros deseamos ser discípulos de Jesús, pero en realidad no queremos pagar el precio de nuestro tiempo. Muchos anhelamos que caigan las cosas del cielo: unción, ministerio, nuestro llamado, milagros, pero así no funcionan las cosas.

El verdadero compromiso implica una decisión de seguir al Señor para siempre, autoridad para enfrentarnos a nuestros temores, valentía para permanecer en el lugar donde Dios nos pone, un amor increíble por las almas perdidas y sobre todo fe en que Dios nos ayudará, pese a las circunstancias que atravesemos.

¡Sólo un verdadero compromiso trae recompensas!

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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