“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” Filipenses 2:3-5.

Vivimos en un mundo donde reina el individualismo. Cada cual pelea por la concreción de sus sueños y muchas veces la mirada se centra demasiado en los propios anhelos, descuidando lo que otros desean o pudieran sentir. Jesús siendo Dios, no vino para ser servido sino para servir, por lo cual nosotros como sus seguidores debiéramos imitar esta conducta. (Filipenses 2:6-8).

Servir implica humildad, la decisión de renunciar a honores y privilegios para ponernos voluntariamente en la posición de siervos. Esto parece una locura si lo comparamos con el pensamiento predominante en la actualidad, pero no es otra cosa que lo que hizo Jesús por nosotros. Estimando a los demás como superiores a uno mismo, implica renunciar a sentirnos mejores o dignos de algún reconocimiento.

Cuando en la vida cristiana hablamos de servicio, debemos entenderlo tanto en la dirección vertical como en la horizontal. La primera se refiere a nuestro servicio a Dios, el que muchas veces realizamos en el marco de una iglesia. Participamos en algún ministerio como las alabanzas, enseñanza, cuidado de niños, o bien tenemos una responsabilidad de liderazgo. Pero además de esto necesitamos incorporar el aspecto horizontal del servicio, esto es el dirigido a nuestro prójimo, siendo sensibles a las necesidades de los que nos rodean.

No importa la posición que tengas, lo que hayas estudiado o conseguido, ni tampoco tu cargo ministerial, la Biblia dice que podemos hacer muchas cosas pero si nos falta el amor, de nada sirve. (1 Corintios 13:1).

Recordemos también que si ocupamos una posición de liderazgo, nuestra tarea principal es transformarnos en servidores. Cuando Jesús se enteró que sus discípulos discutían por obtener los primeros lugares, le dio la pauta de cómo se mide esto para Dios. Si alguno quiere ser el primero, tiene que hacerse el último y el servidor de todos. (Marcos 9:35).

Por lo tanto líderes, no están para ser servidos, sino para servir, el liderazgo es una gran responsabilidad por lo cual debes enfocarte en servir con amor a las personas a tu cargo. Recuerda que tu posición no te da una licencia para dañar y manipular, solo para servir. Por lo tanto, te animo en este día a que puedas incorporar en tu vida el concepto del servicio en amor a Dios y a tantas personas que te rodean que seguramente necesitan de lo que el Señor ha puesto en tu vida.

Por Daniel Zangaro

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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