Hechos 5:34-39 dice: “Pero entre aquellas autoridades había un fariseo llamado Gamaliel, que era un maestro de la ley muy respetado por el pueblo. Éste se puso de pie y mandó que por un momento sacaran de allí a los apóstoles. Luego dijo a las demás autoridades: Israelitas, tengan cuidado con lo que van a hacer con estos hombres. Recuerden que hace algún tiempo se levantó Teudas, alegando ser un hombre importante, y unos cuatrocientos hombres lo siguieron. Pero a éste lo mataron, y sus seguidores se dispersaron, y allí se acabó todo. Más tarde, en los días del censo, se levantó Judas, el de Galilea, y logró que algunos lo siguieran; pero también lo mataron, y todos sus seguidores se dispersaron. En este caso, yo les aconsejo que dejen a estos hombres y que no se metan con ellos. Porque si este asunto es cosa de los hombres, pasará; pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra Dios. Ellos le hicieron caso.” (Versión Dios Habla Hoy)

La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles les dio autoridad para predicar el evangelio y para hacer milagros. Eran los inicios de la iglesia primitiva que, entre otras cosas, se destaca sobre todo por cumplir el mandamiento de la gran comisión; pero al mismo tiempo también se levantó una fuerte oposición de parte de Roma y de los judíos que no creían en la resurrección de Jesús.

La cita bíblica arriba mencionada comenta uno de los tantos juicios que se llevaron adelante en contra de quienes predicaban a Cristo como Mesías Salvador. En medio de la discusión se levantó un hombre llamado Gamaliel quien dijo que antes de Jesús ya habían venido otros hombres con muchos seguidores pretendiendo hacer una revolución, pero cuando murieron todo terminó en nada.

Jesús mismo dice en Juan 10:8 “Todos los que vinieron antes de mí, fueron unos ladrones y unos bandidos; pero las ovejas no les hicieron caso.” Versión Dios Habla Hoy

Aunque en el versículo de Hechos sólo se menciona a dos, es posible que haya habido más supuestos líderes revolucionarios con artimañas bien elaboradas y con habilidad para manipular gente, pero incomparables ante Jesús.

Es verdad que estamos hablando del Hijo de Dios, pero al venir a la tierra también fue enteramente hombre. Las capacidades de ser líder, de oratoria, de maestro, etc. no precisamente son cualidades que uno recibe como regalo caído del cielo. Son herramientas que se desarrollan a lo largo de la vida según la profesión, talento o trabajo ministerial.

Jesús era un maestro creativo que estimulaba su entorno, nadie que hablaba con Él dejaba de ser afectado de alguna manera. Era versátil, flexible, audaz, conocía la necesidad de quienes lo seguían y siempre mostraba interés genuino por quienes lo rodeaban.

La diferencia con el resto de hombres que vinieron antes que Jesús era el amor que mostraba a su prójimo. Un revolucionario que lucha por ser líder no tiene tiempo para interesarse por los demás, su objetivo es una posición y no la gente.

“En cambio el amor suele ser paciente, muestra constantemente bondad, no se frustra por logros ajenos, ni busca posiciones personales, no es agresivo, no se enfoca en lo suyo propio, no guarda rencor. Más bien se alegra con los demás y es rápido para perdonar.” 1 Corintios 13:4-7.

Jesús no fue un líder porque buscaba serlo, lo fue porque amaba a las personas.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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