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Aniversario

La sutil arruga del almanaque, ese testigo implacable. “Usted se ve joven todavía”, con ese “todavía” que – nos hace notar Benedetti – suena como una sentencia. La hojarasca de los desencuentros que cruje bajo los pies cansados. La experiencia que apenas le sirve a uno porque la vida del otro es otra, así de simple. Las palabras que en el tiempo se han perdido. Ese nunca más que igual volvió a pasar. Ese siempre que duró nueve semanas y media.

Las lealtades, las viejas lealtades que no resistieron el peso de la mente turbada y de las distancias imprescindibles. Toda aquella parafernalia de discursos, proclamas emocionadas, compromisos solemnes que no alcanzó a la hora de las esperanzas. Las dudas tenaces sobre los viejos asuntos y las convicciones recientes que también van a morir en el altar del “así es la vida”. La persistencia del esqueleto como precaria evidencia del ser que éramos.

Esas ganas de irse y la comezón de regresar. Recoger todo y mudarse para volver a armar todo de vuelta. El aeropuerto, la terminal de ómnibus, la estación del tren, el camino, el viaje impenitente. Esa paradoja de costumbre y desapego con espacios y lugares. La esquiva adquisición de un lugar en el mundo. Las ilusiones perdidas.

La creciente adversidad entre el deseo y las realidades del cuerpo. Los sofisticados procedimientos para detectar sus inclementes y poco elegantes asuntos. La creciente intolerancia a las cosas que siempre fueron parte de la vida. El imprevisible humor de glándulas, conductos y mecanismos corporales. La cruda constatación de la suma de los días.

La persistencia de la memoria, la patente fidelidad de sus registros: lo querido, lo tenido, lo perdido, lo retenido, lo abandonado, lo deseado, lo detestado. A veces se cosecha lo que nunca se sembró; otras veces, en vez de frutos abundó maleza y polvo. Personas, motivos y sensaciones remotas aparecen de repente en el sueño intranquilo con su rémora de nostalgias y miedos.

La esperanza, que no aprende lecciones, reverdece alguna mañana y perfuma un poco los días. Una frase ingeniosa, un cumplido inesperado, un agradecimiento tardío endulza de tanto en tanto las cosas. A veces, los viejos lugares, los sitios de antes, algunas personas queridas alisan un poco la agreste superficie de los años.

Benjamín Parra Arias

Hay otros universos alrededor nuestro. Contenidos, significados, códigos diversos. Sobre todo, vidas intensamente reales. Espejos donde nos vemos tal cual. Imaginaciones, sueños, broncas, esperanzas, crónicas y memorias...

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