Me dispongo a hablar de un tema poco atractivo para la mayoría de las personas que leen los contenidos de este sitio. Es necesario, como he hecho algunas veces aquí, explicar por qué el pensamiento político no es lo mismo que ser político. Oigo mucho eso de que los cristianos no deben hablar o participar de la política y es necesario confrontar ese error. Porque es eso: un error y quiero nuevamente aclarar por qué. Me disculpo ante los expertos por mis errores en este breve análisis.
Ser político es inevitable. Desde el instante mismo de nacer se hace uno parte del sistema político: el nombre del recién nacido es anotado en un registro civil y se le asigna un número de identidad. Luego recibirá vacunas, estudiará, trabajará, votará, tendrá una propiedad, se casará o convivirá. Al morir, su deceso será anotado nuevamente en el registro civil. Todo eso, amigas y amigos, les guste o no, es político. Porque en su origen etimológico, política significa la vida en la ciudad. Ser político es inevitable.
Al contrario del ser político, el pensamiento político es una disposición de la voluntad; por así decirlo, es adquirido. Es asumido como un intento de comprender el funcionamiento de la ciudad, de la región, del país. Busca entender el contrato social, las relaciones entre los individuos y las instituciones.
Explora las causas de por qué algunas sociedades crecen, son ordenadas y productivas. Y cuáles son las razones de por qué otras se empequeñecen, son caóticas e improductivas. Es un trabajo profesional o vocacional, es decir se estudia o se aprende en la práctica.
La política no nos interesa porque hemos visto – y sufrido más que nada – el desastroso desempeño de gobernantes, legisladores y funcionarios de la administración del estado. Sujetos con flagrante falta de integridad, ladrones, corruptos, aprovechadores, disipadores del dinero estatal han bastardeado la política por siglos. La han ensuciado con sus prácticas inmorales.
A veces uno llega a la conclusión que la política está como está porque la gente buena – permítanme esta ambigua definición – se alejó de ella por lo que describimos en el párrafo anterior. La única manera de cambiar el desempeño de los actores políticos es reemplazarlos en las urnas por otra gente.
Hablo de un contingente de mujeres y hombres que entren al terreno político para servir y llevar adelante proyectos de transformación y desarrollo social. Una nueva clase política que no vino a llenarse de plata y a poner a toda su familia en cargos estratégicos sino a servir.
Espero que quede claro, un poco más al menos, por qué pensamiento político no es lo mismo que ser político.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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