Esta será la última entrega sobre los temas que Angel Galeano me pidió para nuestras conversaciones de los jueves. Es un tema muy malentendido particularmente en la época presente donde la pasión impide a la gente comprender el sentido y la reflexión de la gestión política. La pasión no está mal, excepto cuando oscurece las definiciones y las personan terminan discutiendo sobre opiniones y no sobre conceptos.
El sentido más elemental de la noción de política nos refiere a la vida de la ciudad – polis -, a los asuntos que deben orientar y gobernar las relaciones entre los habitantes de la ciudad o del país. En ese sentido, todos participamos de la política porque pagamos impuestos, elegimos autoridades, ejercemos nuestro oficio o profesión, en fin. Así que decir “yo no participo en política” es una afirmación errada. Lo que realmente se está diciendo es que no se discute de temas corrientes de la clase política en la legislatura o que no se es parte de un partido o una causa. Irónico, porque aún esa postura es una decisión política.
Eso no nos exime, sin embargo, de la responsabilidad de mirar los procesos sociales y comprenderlos desde el pensamiento y la práctica de la vida cristiana porque estamos inmersos en ellos aunque no participemos en la lucha partidaria. Y hay mucho que podemos hacer para mejorar los días de la sociedad más allá de dar “el mensaje”. Hay muchísimas formas de participar aportando no sólo ideas sino acciones. Y me refiero no sólo a la asistencia social, colegios o rehabilitación de personas marginadas.
Un excelente ejemplo de pensamiento y acción política que se puede encontrar en la Biblia es la vida de Nehemías, un protagonista central en la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. Si uno lee con atención se da cuenta que tenía un entendimiento clarísimo de lo que era la gestión pública productiva, responsable y generosa.
Finalmente, a aquellos que suelen reclamar que tienen la mente de Cristo, bueno les sería explorar profundamente los escritos de Isaías, Jeremías y Daniel para darse cuenta cómo entendían los procesos históricos, políticos y sociales de su pueblo y por ello tenían la facultad de poder dar una palabra de orientación, de denuncia y de esperanza para la nación.
En fin, trabajos muy poco abordados por los creyentes hoy…

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