“Junto a la Palabra de Dios, el noble arte de la música es el mayor tesoro del mundo.” – Martín Lutero
La música está presente en la vida de todas las personas, y es muy probable que en algún momento, todos se hayan visto involucrados en el aprendizaje de un instrumento. Sin embargo, no todos son constantes en la práctica, y con el tiempo lo abandonan. Es allí donde radica la diferencia entre los que son músicos y los que no lo son: la perseverancia.
Recientes estudios en el campo de la neurociencia han revelado que el simple hecho de tocar un instrumento ayuda al cerebro en formas que ninguna otra actividad lo hace. Esto quiere decir que no es necesario ser un genio de la música para sacarle provecho a sus beneficios.
Un grupo de neurocientíficos estudió los efectos de diferentes actividades que estimulan el desempeño cerebral, como la lectura y resolución de problemas matemáticos. Al analizar en tiempo real a los participantes por medio de exámenes de Resonancia Magnética Funcional y Tomografía por emisión de positrones, éstos demostraron activar el cerebro en regiones específicas. Sin embargo, cuando las personas tocaban un instrumento musical, se podía observar actividad en todo el cerebro. De hecho, se percibió que todas las áreas del cerebro se conectaban, y se notó una mejora en el área motor, visual y auditiva.
Las habilidades que se adquieren como resultado de aprender a tocar un instrumento pueden ser utilizadas en distintas áreas. Cuando se practica por un buen período de tiempo, se incrementa la capacidad de memoria, mejora la coordinación, disminuye el estrés, e incentiva a la creatividad. Además, aumenta el volumen del cuerpo calloso, un órgano que conecta los dos hemisferios cerebrales; el cual hace que las personas sean más hábiles y efectivas al momento de resolver problemas.
Aunque se puede disfrutar de los beneficios de la música con tan solo escucharla, la diferencia entre alguien que toca un instrumento y alguien que solo escucha; es que se ponen en práctica las habilidades motoras. Esto hace que tengan mejores capacidades en sus vidas sociales y académicas.
En conclusión, tocar un instrumento musical requiere de perseverancia y esfuerzo. Sin importar la edad que tengas, puedes comenzar a hacerlo y disfrutar de los resultados. ¡No te rindas!
Este artículo fue producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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