La recomendación más frecuente que escuchamos para acercarnos a Dios es la oración. Este consejo puede sonar tan repetitivo que muchos comienzan a tomar la oración como una obligación y no como un deleite. Es allí donde viene el desgano y pereza de orar. Sin embargo, orar debería ser algo que hacemos con entusiasmo y ansias. Lo importante es practicar la oración continuamente y no permitir que la falta de ganas consuma por completo nuestra relación con Dios.
A continuación te compartimos tres pasos para orar incluso cuando no sientes el deseo de hacerlo.
Escribe una lista (o más), sobre las cosas por las cuales quieres agradecer a Dios. Si deseas puedes dividirlas por categorías: vida privada, familia, trabajo, estudios, etc. En esta lista no solo incluyas las cosas buenas que suceden, sino también las situaciones difíciles y las cuales te están causando problemas. Luego, enumera las necesidades que tienes y las áreas en las que necesitas las ayuda de Dios; allí también puedes añadir las necesidades de otros. Cuando hayas terminado de escribir tus listas, colócalas en un lugar visible de tu casa o llévalas contigo en algún papel pequeño o en tu celular.
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La honestidad es un elemento importante en la oración y, si no tienes ganas de orar, no hay nada mejor que decírselo a Dios. Para comenzar, podrías decir algo como: «Padre nuestro, no tengo ganas de orar, pero por favor ayúdame a hacerlo.» A continuación menciona una cosa de tu lista por las que estás agradecido con Dios y luego una petición de tu otra lista. Al final, pídele a Dios que haga su voluntad y con eso terminas de orar.
Este tipo de oración es muy corta y te tomará menos de un minuto. Puedes hacerlo varias veces al día y utilizar distintos agradecimientos y peticiones de tus listas. Esta práctica te ayudará para que la oración se convertirá en un hábito y también con el paso de los días ores por más tiempo.
Dios está en todas partes y no es necesario estar en un lugar determinado para hablar con él. La Biblia nos aconseja a tener un tiempo especial para orar en privado (Mateo 6:6), pero también podemos hacerlo en cualquier momento. Así que no esperes estar a solas o en la iglesia para hablar con Dios. Ora en los momentos libres de tu diario vivir y platica con Dios como lo harías con un amigo. Por ejemplo: puedes orar mientras vas en el autobús o en tu auto de camino al trabajo, mientras esperas que te atiendan en un restaurante, cuando sales a hacer ejercicios, mientras esperas a un amigo, etc. Hay muchas situaciones que nos dan minutos libres y que podemos utilizar para hablar con Dios. Cuanto más practiques la oración, te resultará más fácil y de pronto te darás cuenta que tus ganas de orar incrementarán.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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