¿Qué significa esperar en Dios? Significa confiar en Él, en Sus promesas y Su tiempo perfecto. Desde el principio vemos a Dios establecer una relación especial con aquellos que esperan. Abraham tuvo que esperar años para recibir la promesa del hijo deseado. Esperó en «esperanza contra esperanza» hasta convertirse en el padre de la fe. Al igual que Abraham creyó de forma activa, la espera para nosotros debe ser un acto de fe que implica una relación activa con Dios.
La espera se basa en la confianza en su carácter y en las promesas que ha hecho en las Escrituras.
En Salmos 27:14, dice:
«Espera en el Señor; esfuerza tu corazón y aliéntate; sí, espera en el Señor.»
Este versículo enfatiza la necesidad de ser valientes y fuertes mientras las cosas demoran. La espera no significa simplemente estar inactivos, sino que requiere esfuerzo y una actitud activa hacia la búsqueda de Dios.
«La espera es el arte de estar contento mientras se espera.»
Charles Spurgeon
La espera en Dios puede ser un tiempo de crecimiento espiritual y de desarrollo de la paciencia. En vez de desesperarnos, podemos ver la espera como una oportunidad para fortalecer nuestra fe y profundizar nuestra relación con Él.
Esperar en Dios también implica una esperanza activa. En Romanos 8:25, el apóstol Pablo dice:
«Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.»
Esta espera está marcada por la expectativa de que Dios cumplirá Sus promesas, incluso cuando no podemos ver el resultado inmediato de nuestras oraciones.
En momentos de crisis o desesperación todo puede ser especialmente difícil, pero es en esos momentos donde nuestra fe se pone a prueba. Salmos 62:5-6 nos recuerda:
«Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él proviene mi esperanza. Sólo él es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no seré movido.»
Este pasaje nos invita a encontrar paz y seguridad en Dios, incluso cuando las circunstancias a nuestro alrededor no son lo que esperamos.
Nuevamente te recordamos no es una actividad pasiva, sino que también puede ser un acto de adoración. Donde no sólo reconocemos nuestra dependencia de Dios, sino que también le damos gloria por Su soberanía y Su plan perfecto.
La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que esperaron con fe en las promesas de Dios. Abraham, por ejemplo, esperó pacientemente el cumplimiento de la promesa de un hijo, y tuvo a Isaac, a pesar de su avanzada edad y la de su esposa.
Noé, por otro lado, esperó el diluvio tras recibir instrucciones divinas para construir un arca. Durante años, trabajó en la construcción del arca, confiando en que lo que Dios le había prometido se cumpliría, incluso cuando otros se burlaban de él. Su obediencia y paciencia fueron recompensadas cuando finalmente llegó el diluvio y fue salvado junto a su familia.
Ana, la madre de Samuel, también esperó por ese hijo mucho tiempo. Su oración estaba llena de angustia, pero nunca desmayó. Dios escucho su oracion y le concedió un hijo que llegó a ser un gran hombre.
Los apóstoles, después de la ascensión de Jesús, esperaron en Jerusalén la llegada del Espíritu Santo, tal como se les había prometido. Durante ese tiempo se unieron en oración y reflexión, confiando en que Dios cumpliría Su promesa. En el día de Pentecostés, la llegada del Espíritu Santo transformó sus vidas y les dio el poder para llevar el mensaje del Evangelio al mundo.
Cada uno de estos valientes de la Biblia, muestran que aprendieron a confiar en el perfecto tiempo de Dios y en Su plan. Sus historias nos inspiran a nosotros hoy a mantener nuestra fe y paciencia mientras aguardamos las promesas de Dios en nuestras propias vidas. La demora, aunque a veces difícil y larga, es una parte esencial de nuestra relación con Dios y la confianza que tenemos en Él. Confiemos en Dios y dejemos que Él obre en nuestro carácter, preparándonos para lo que está por venir. Y tú, ¿confías en que Dios hará?
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