¿Has depositado todo tu esfuerzo en alcanzar una posición elevada o un título? En diferentes empresas suelen brindar un reconocimiento al “empleado del mes”; e imagino que es encantador para los jefes observar cómo sus empleados usan toda su energía para obtener este nombramiento.

Y, ¿cómo agradar a Dios? En la Palabra del Señor sucede exactamente lo contrario:

“…el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.” Mateo 20:26

El Señor menciona que el que quiere ser grande debe ser servidor.

Es interesante notar que cuando Pablo escribió la primera y segunda carta a los Tesalonicenses, él no se pone ningún título; sin embargo, en la carta hecha a los Filipenses el primer título que Pablo se pone es “siervo de Jesucristo”.  “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos.” Filipenses 1:1

El siervo, es el más humilde de la casa, el que atiende a las personas importantes y lava los pies de las visitas o del  dueño de la casa cuando llegan.

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29).

En el último día de trabajo de Jesús en esta tierra, Él no se sentó a descansar, sino que  lavó los pies de los discípulos, ocupó el puesto de siervo y esclavo, por tanto, deberíamos aprender de Él y el verdadero título que deberíamos esforzarnos por obtener es: siervos y esclavos de Jesucristo.

¿Cuál es tu título? ¿Cómo te conocen las personas? Posiblemente como un magnífico profesional, doctor, auditor, ingeniero o una excelente cocinera, madre o esposa pero ¿Tienes el título que Dios quiere que obtengas? Te animo a esforzarte por conseguirlo, solamente ¡sirve!, acércate a las personas y ayúdalas como si fueran más importantes que tú, con humildad y mansedumbre te parecerás más a Cristo.

Recuerda: ¡Si no sirves, no sirves!

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario