Creo que desde pequeños comenzamos a aprender las consecuencias que tienen nuestras palabras y acciones. Sin embargo, nos pasamos la vida como ten prueba y error. Somos capaces de cometer el mismo error varias veces. No todos somos así, pero definitivamente muchos hemos experimentado esto.
En realidad todas las decisiones que tomamos en la vida nos traen cambios inesperados. Consecuencias por acciones que decidimos tomar y otras por palabras que ni pensamos y decimos. Eso es lo peor. No pensar en las consecuencias de nuestras palabras.
Muchos caen en esos ciclos, por falta de conocimiento, por una baja autoestima o por temores infundados o reales. Ciclos de aceptar situaciones que no nos favorecen. Algunos caen en el de buscar siempre a personas problemáticas como pareja. Otros no buscan salir de una situación terrible porque no creen que pueden lograr algo mejor. Son todas cosas que traen consecuencias por las acciones tomadas o palabras dichas.
Afortunadamente, la madurez, la experiencia o experiencias vividas, nos llevan a pensar bien antes de actuar o hablar. Porque lamentablemente cuando las palabras salen de la boca, no hay forma de volverlas a meter o borrarlas y debemos atenernos a las consecuencias. Las acciones también, una vez realizadas no hay forma de revertirlas. Acciones y palabras no pensadas traen consecuencias.
Cuando pensamos en esto, nos podemos preguntar si cambiaríamos algo de nuestro pasado en caso de tener la posibilidad. Pero es muy probable que si pudiésemos cambiar algo aunque muy pequeño, eso trastorne todo lo que somos en el presente. No somos Dios y no tenemos esa posibilidad, pero si quieres saber cómo surgió este tema no te quedes solo en la lectura. Amplía la experiencia de conocer un poco más acerca de las consecuencias de nuestras palabras y acciones. Te invito a escuchar el podcast debajo. Hecho con mucho cariño.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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