Podemos hablar de muchas maneras en las que nos pueden romper o quebrar el corazón. Sin embargo, en lo que me quiero enfocar en este texto es en el corazón que ha sido herido dentro de una comunidad de fe. Vamos a intentar identificar juntos cuáles son las características de un corazón herido.
Hay un libro que se llama Iglesia tóxica que lo escribió un amigo que estimo mucho, José Cheo Rivero, en el cual recuerdo una analogía que utilizó que me pareció muy graciosa, pero a la vez tan cierta.
Todos los bebés evacúan y eso es natural. Cheo comparte, lógicamente, que es parte del diseño de Dios que el sistema digestivo funcione bien y deseche lo que no necesita en forma de heces.
Entonces, como esto es algo natural, asegura, que los padres tienen una importante tarea cada vez que el bebé evacúa y es: limpiar, cambiar el pañal y desechar el que está sucio para colocarle uno nuevo y aseado. Eso mantiene al bebé sano.
Ahora bien, lo que no es sano es que las heces se queden en el pañal durante días ¡ni siquiera puede estar sucio durante muchas horas! Eso sí es tóxico. Y aquí es donde viene lo que me explotó los pensamientos:
«De la misma manera, ya que en la Iglesia hay personas imperfectas por el pecado que llevan dentro y esto acarrea problemas, entonces “van a haber heces”. Por esta razón, es importante asumir que nuestra responsabilidad es no permitir que eso permanezca allí por mucho tiempo y se convierta en algo dañino, de la misma manera como los padres cambiamos los pañales.»
Algunos de los análisis que Cheo hace sobre el pañal sucio son los siguientes:
«Supongamos que tú y yo tenenos un conflicto por una diferencia; quizás no te gustó que yo dijera que hay toxicidad en la Iglesia y no estás de acuerdo conmigo, lo expreses mal y eso me hizo enojar. Luego yo decido no tratar el problema de forma directa contigo, sino que dejo eso en mi corazón. Esto es dejar las heces en el pañal y permitir que esto contamine y traiga un malestar más profundo. Entonces, cuando alguien me pregunte por ti, dejaré que mi enojo hable por mí y diré todo lo que no debo, además de transferirle el problema a esta persona. Es aquí donde radica la verdadera toxicidad; no en las heces, sino manejarlas mal o dejar al bebé sucio. He visto gente adulta “con pañal sucio” por años. Para asumir esa responsabilidad, debemos reconocer en primer lugar la toxicidad que hay en cada uno de manera individual. También es necesario tener una expectativa realista de la Iglesia en la que entendamos que: —Van a haber problemas. —Las personas van a fallar. —Mi hermano va a pecar contra mí. —Los líderes van a cometer errores. Pero que a ti y a mí nos corresponde crecer allí y ayudar a otros a crecer. Así es como puedo identificarme como trigo, actuando conforme a lo que dice la Palabra de Dios y asumiendo mi responsabilidad de enfrentar mi pecado y el de los demás, tomando las acciones que me corresponden, guiado por la sabiduría que Él nos ha entregado por su Espíritu Santo.»
Mientras lees esto, seguramente te han venido algunas personas a la memoria. Algo que he aprendido, no solo leyendo, sino en la vida misma, es que tú y yo debemos asumir lo tóxico que hay en nosotros y estar conscientes que todos somos vulnerables a errar en el blanco, es decir, pecar.
De la misma forma, necesitamos comprender que los demás van a fallar pero «todos tenemos el potencial de ser tóxicos» (me gustaría decir que la frase es mía pero es del genio de Cheo jajaja), y eso no te excluye a ti. Tú también fallas.
También me gustaría decirte que lo siguiente lo leí en un libro de psicología pero la verdad es que esto lo aprendí por experiencia. Y te compartí la introducción anterior porque sé que esta lista no es una verdad infalible pero puede que te ayude a ubicarte y saber dónde estás parado en cuanto a tus heridas.
Siempre la perspectiva bíblica es lo más saludable para decidir bien y que nos vaya bien. Y uno de los consejos más importantes que leemos en la Palabra de Dios es:
Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida.
Proverbios 4:23 (NTV)
Otra versión dice:
Y sobre todas las cosas, cuida tu mente, porque ella es la fuente de la vida.
Proverbios 4:23 (TLA)
Lo que aprendí es que ante las heridas, debemos ser diligentes para sanar buscando consuelo en Dios, a la vez que pedimos ayuda para superar los distintos procesos por los cuales estamos rotos.
Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas.
Salmos 147:3 (DHH)
El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza.
Salmos 34:18 (DHH)
Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes.
1 Pedro 5:7 (DHH)
Dale…, es duro pero permítele a Dios sanarte. La decisión es solo tuya.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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