La oración es lo que nos lleva a Dios, sin embargo, es un área en la que muchos carecen. El poder de la oración es subestimado y eventualmente llevará a la sensación de que no tiene sentido. Si esto ocurre, eso significa que hay poca fe. Cada persona piadosa que se menciona en la Biblia (Moisés, David, Ester, Daniel, Salomón, Pablo, Jesús…) oró. Todos y cada uno de ellos hablaron con Dios acerca de sus luchas, peticiones y alabanzas. Cuando se ora, uno debe presentarse humilde y respetuosamente al Señor. Algo sorprendente es que Dios escucha todas las palabras proclamadas. A él le importa, incluso cuando otros no lo hacen. Él no juzga, cuando otros podrían. Él ama, incluso cuando otros no lo hacen. Dios es asombroso y a todos se les ha dado la habilidad de orar delante de Él; sin embargo, hay otros que son perseguidos por adorarlo y estar en comunión con él. Aquellos que no están siendo perseguidos son bendecidos, no deberían aprovecharlo. Dios está aquí. Por lo tanto, es simple: comienza con la oración.
Lo que la Biblia dice sobra la oración:
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
“Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé.”
“Y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.”
“Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.”
“Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús.”
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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