Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

(Hebreos 13:15)

Corresponde una vez más que exprese mi queja. En parte porque a eso me siento convocado como comunicador. Pero sobre todo porque urge recuperar ciertos sentidos originales del texto bíblico.

La alabanza no es única y exclusivamente cantar. Alabar a Dios es amar al mundo en persona y en acción; es acción, por encima y lejos de la pura contemplación.

La alabanza no es una terapia para sentirse bien uno. Es un sacrificio, un oficio inteligente e intencionado que, a pesar del dolor y la tristeza personal, se ejecuta en bien de otros, primero Dios

La alabanza no es una preparación psicológica para “recibir el mensaje”. No tiene nada que ver con el estado mental del oyente. No es un masaje emocional. Es culto racional, sacrificio (Romanos 12:1).

Examinemos esto de sacrificio.

Se hace creer a la gente que sacrificio de alabanza es que uno cante aunque esté angustiado, enfermo o luchado como dicen en ciertas partes de Argentina.

Todas estas afirmaciones hacen creer a las personas que la alabanza tiene que ver con ellas. Pero el verso dice que la alabanza tiene que ver con Dios, con confesar su nombre cosa que, de paso, puede hacerse de otros modos y no sólo cantando en el culto.

 

Ayer esperaba una entrevista en cierta radio cristiana y escuchaba una música previa. En la canción, todos los pronombres y dativos de pronombre derivaban de yo y los verbos expresados eran conjugados en primera persona: yo, mí, siento, me hiciste, me diste.

Casi toda la alabanza que se oye no tiene que ver con Dios, sino lo que uno siente y lo que a uno le pasa con Dios. En términos técnicos, es pura y simplemente antropocéntrica. El centro es el yo.

A eso me refiero con alabanza infiel. Traiciona la centralidad en Dios y lo que El nos pide respecto de los demás.

¿Está bien expresar en la música un estado de ánimo personal, un dolor, una exaltación emocional? Absolutamente sí. Los Salmos están llenos de eso. Pero precisemos los términos: Eso no es alabanza; es autobiografía musicalizada.

La alabanza es fruto de labios – y de acción – que confiesan a Dios, no lo que me pasa a mí con Dios.

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