Las revelaciones archivadas en la carpeta. Los discursos imponentes. Los conceptos articulados. Las reuniones repetidas. Los entusiasmos eternos. Las conversaciones olvidadas. Los diálogos de pasillo. Las desesperaciones de siempre. Las complacencias que no se terminan. Las oportunidades para trepar.

Las alianzas que se multiplican en el aire. El aire que no deja de ser. El viento estéril. Los proyectos universales. Los títulos altisonantes. Las credenciales exhibidas. Los años de servicio. Las reuniones de los señores. La ingenuidad de la inmensa mayoría. El desconocimiento institucionalizado. La prescindencia casi arrogante.

Tanta luz que no ilumina. Tantas palabras que no alcanzan. Tanto libro inútil. Tanto código cerrado. Tanta cortesía de utilería. Tantas sonrisas urbanizadas. Tantas tarjetas dispensadas. Tantas solemnes convocaciones. Tantos caballeros con corbata. Tantos ágapes abundantes.

Las preguntas de nadie. Las respuestas de todos. Los siete secretos del éxito. La familia feliz. Los placeres perfectos. La libertad financiera. La santidad pública. Los pecados privados. La clave de los tiempos finales. El último álbum del trovador famoso. La tecnología de punta para la conquista.

Los personajes inefables. Las entrevistas para los medios. Los artículos de prensa. Las fotos infaltables. El viaje a la tierra de promisión. Las secciones sólo para personal autorizado. Las comisiones bilaterales. Los cónclaves imprescindibles. Los acuerdos verbales.

Afuera, la noche ya no es tan fría. Unas chicas con boquitas pintadas esperan algún cliente ocasional en la esquina. Ilotas en forma de cartoneros hurgan en las enormes bolsas de basura del hotel cinco estrellas. Las camareras en ropa de calle esperan el colectivo a la medianoche mirando ensimismadas las pantallas de sus teléfonos. En un bulevar del centro timan a un turista ingenuo. En las paradas de los semáforos unos chicos harapientos limpian parabrisas por una moneda solidaria. En un pueblo de la provincia matan a una chica de 14 años pero la noticia del día es el lanzamiento de un gran show de la televisión.

Esta noche hubo algunos que no tuvieron para comer. En un hospital de la periferia agoniza una señora que no tiene seguro médico y no puede poner un cheque en blanco. Nadie sabe qué hacer con los damnificados que dejó el último temporal de viento y granizo que hizo volar techos y anegó viviendas. Los señores diputados aprobaron ayer un suculento reajuste a los fondos que necesitan para el combustible de sus automóviles.

La vida en harapos. Las porfiadas realidades. La cochinada gris de los suburbios. La alegría maquillada. La insoportable levedad de todo.

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