Hay un túnel oscuro y tenemos que entrar. Le digo al grupo que yo recuerdo haberlo cruzado antes hacia donde estamos; no puedo precisar cuándo, pero creo que por eso puedo conducirlos al otro lado. A poco de entrar, nos encontramos con un muro de tierra. Me desespero y comienzo a cavar con las manos para abrir camino. Es una estupidez: jamás podría despejar el paso de esa manera.
De nuevo estamos afuera. Necesitamos huir. Sabemos que van a detonar una bomba nuclear y estamos demasiado cerca. Debemos alejarnos de ahí. De repente una inmensa luminosidad se levanta detrás nuestro y nos damos cuenta que estamos acabados; dentro de algunos instantes vamos a ser literalmente vaporizados. Igual corremos y de pronto estamos volando. No sé como pero es una sensación grata aunque trágica porque igual vamos a morir.
Apenas son las dos y media y me levanto al baño.
De nuevo en la cama, entro en otra esfera. Hay una inmensidad de gente en un edificio antiguo. Hay enormes salas de clases, comedores, baños como los que hay en los estadios. Debo exponer un tema y no puedo encontrar mis notas. Estoy seguro que había hecho buenos apuntes, pero en el enredo de papeles leo palabras sueltas, números y borrones. Busco en el maletín y encuentro un montón de billetes, miles de pesos. Me dirijo al baño y me veo entonces tratando de tomar una ducha. Hay una toalla colgada y un jabón en el piso. Pero no sale agua. Estoy al final del pasillo afortunadamente y no hay nadie cerca.
Sin solución de continuidad me encuentro en un combate fiero. El enemigo quiere romper los portones y entrar a nuestro refugio. Tengo una pequeña pistola y cuando disparo salen unas bolitas pequeñas, lentas, pero que igual dan en el blanco. Me enojo porque nunca en los sueños me tocan armas potentes y me acuerdo de Men in Black.
Finalmente me encuentro dando un apasionado y perfectamente articulado discurso sobre La Gran Omisión, un ensayo fulminante sobre la ausencia del testimonio que tendríamos que dar al mundo. Cuando termino entro en una oficina y una amiga me sonríe y siento que hay paz entre nosotros.
Son las seis de la mañana y tengo que ir de nuevo al baño…

Deja un comentario