En Chile el pintamonos es un personaje multifacético y muchas veces impresentable. Le dije a mi amigo Angel el otro día que quería escribir algo así inspirado en cierto evento internacional. Pero, me dijo, trata de encontrar un calificativo que se entienda en todo el continente.

(No estoy seguro si todavía en mi país, en el cual no vivo hace más de diez años, todavía se le da ese nombre. Estoy haciendo uso de mi memoria emotiva).

No encontré un calificativo común porque cada cultura le da su propio nombre. Quedará al entendimiento de la audiencia cómo llaman en su país a este ser, infaltable en inauguraciones, eventos internacionales, conferencias, conciertos, fiestas y celebraciones. Vayamos entonces a la anatomía de este singular personaje.

Debido a su labia y presencia trabaja o es parte de empresas u organizaciones reconocidas. Aunque a veces no trabaja en ninguna parte. Se relaciona con todo el mundo. Puede tener buen gusto para vestirse pero en ocasiones desafina visualmente. Ha estudiado mucho, ha estado en muchos lugares, conoce gente importante – dice él. Es del tipo de persona de las que uno piensa que todo lo sabe y lo que no, lo inventa.

Cuando hay visitas ilustres se las arregla para salir en la foto. Les pide selfies y las postea para dar a conocer a sus miles de amigas y amigos que estuvo ahí.

Cuando se le encomienda algún trabajo de cierta responsabilidad hace notar a todos que su aporte a la actividad es crucial, que sin él las cosas no hubieran salido así de bien. Se sube al carro de la victoria y de los elogios, levanta los brazos, tira besos a todo el mundo. Pero si las cosas salen mal hace saber a todos que él ya lo había dicho pero no le hicieron caso.

Es intruso, pero simpático – en general – por eso es difícil sacarlo de la escena.

Tira sutilmente la lengua de sus compañeras y compañeros para estar informado de los últimos acontecimientos y siempre dice conocer las verdaderas razones de los cambios y movimientos de las instituciones porque lo sabe “de buena fuente”.

Es adulador, se anticipa a los deseos de sus jefes, se ofrece primero que todos como voluntario. Su peor expresión es que lleva y trae chismes y se las arregla para estar bien con la jefatura.

Su vida privada, en cambio, suele ser triste y patética. Su trastienda es solitaria y posiblemente no le queda mucha familia. Por eso es difícil juzgarlo duramente y le perdonamos un poco su pintamonez

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