Frases cortas, de nuevo, para irritar a los complacientes. Para desesperar a quienes se conforman con las palabras manidas de los pensadores de utilería. Andanada de pequeñas realidades que, todas juntas, hacen la vida. Consideraciones de poca monta y otras un poco más profundas. La poesía que no se rinde. La lógica de los acuerdos entre el cuerpo y la mente. Asuntos que pueden interesar a algunas y algunos que transitan con pocas certezas.

De todas las edades posibles quizá termine prefiriendo la que no he vivido aún. Con el tiempo, la vida ya casi cabe en una valija. Siempre hay buenas ofertas en la ropa americana. Los libros que no voy a escribir los voy a donar a la biblioteca de Nunca Jamás. Ya regalé mis antiguos trajes y todas mis corbatas; basta con unas pocas remeras, un saquito, dos jeans y un montgomery azul marino. Los zapatos son eternos… hasta que también se terminan.
Transité la poca distancia que hay de tarde en tarde a de nunca en nunca. Aunque es posible que valga más nunca que tarde. El rey David ya no canta las mañanitas. El cartero ya no llama ni una vez. Cerrado por derribo. Devuélvase al remitente.
Toda la música que escucho no es más que notas al pie de Samba pa’ ti. De los libros, vuelvo siempre a Las Islas. De los discursos e importantes materias, casi nada. Los errores enseñan algo: no te metas. El amor, inexorablemente, pasa la factura. “Pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres”: la vida tal cual.
Preferían las ollas de carne y la esclavitud a los peligros de la libertad. La vida, ese absoluto lugar común. Hasta que no tuve más ganas de tener ganas. La inseparable realidad del cuerpo adverso. Con el tiempo, la soledad comenzó a mostrarme su lado afable.
La insistencia se impacienta en los recovecos de la red. Atenta está la bronca del silencio. Les pusimos música y no bailaron; les leímos poemas trágicos y no lloraron. La noche tiene fatigas y a veces descansos. No se molesten, gracias. Eso era todo. Tal vez, una cosa más:
Me voy, me voy / a mi tren nocturno que no se suba el amor / Quédese en el andén / con su abultado equipaje / de abalorios y querellas.

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