Navidad.

Memorial de amor. Solidaridad en el más profundo y verdadero sentido de la palabra. Consideración extrema por la necesidad y el sufrimiento de los demás. Absoluta entrega y negación definitiva del propio interés.

Extenderse hacia los que no están dentro del círculo de nuestro mundo personal. Poner primero que nuestros derechos los derechos de la gente que los ha perdido, que se los han quitado, que se los han negado desde siempre.

Ir a servir a los sin casta, los parias, los más desamparados de los desamparados, a los rechazados por su apariencia, su color y su olor. Morar entre los más pobres de los pobres para mitigar en parte sus dolencias.

Apapachar a los enfermos de la piel, del alma, del espíritu o de lo que sea que estén enfermos. Aclimatarse a la atmósfera en la que viven y entender que ahí, más que nunca y de cualquier forma, es necesario el amor en presencia física, en palabra audible, en trabajo común.

Oh, pero qué lejos estamos de todo eso. Qué lejos yo, tú, la hermandad, la congregación, la comunidad, la fellowship, el Cuerpo de Cristo, la iglesia, la feligresía, el pueblo de Dios, el movimiento, la fraternidad, la sororidad, la capilla, el templo.

Qué lejos nosotros, preocupados de cambiar el auto, de la ropa para la fiesta de Navidad y Año Nuevo, de la cena anual con la gente del ministerio al cual pertenecemos, de visitar o de que nos visiten los parientes.

O de que no alcanza para llegar a fin de mes, de comprar la canasta navideña barata que propuso el gobierno, ver por la tele cómo festejan las celebrities y la inmensa distancia entre la mesa de ellos y la de la gallada.

Nada que ver la nieve, los renos, Papá Noel, los villancicos, el pan dulce, la garrapiñada, la sidra de manzana, los regalos, el arbolito, las medias rojas con tu nombre, la comida en familia a prudente distancia del hambre de más de la mitad del mundo.

Nada que ver…

En realidad, si uno lo mira bien, la Navidad verdadera no tiene nada que ver con felicidad. Tal denominación es vulnerar del modo más flagrante su sentido original que no era, no es y no será más que un amor profundo y una entrega total por los pobres, los necesitados, los solos, los desamorados, los que no tienen, los que están solos.

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