Cuando se fue del país, metió todos sus libros en cajas de cartón y los guardó en una bodega. No sabía si algún día volvería para reencontrarse con ellos. Los tenía desde hacía tantos años. Lo acompañaron a través de los diversos umbrales que cruzó. Como su vida iba cambiando, iba dejando algunos atrás. Los quería pero ya no acompañaban sus búsquedas, sus nuevos anhelos. Otros, viejos como él, resistían el paso del tiempo y volvían a la mesita de noche o al gabinete del baño para que le devolvieran la esperanza del pensamiento, la pasión de la idea, la comezón de la creatividad.
Después, su vida se redujo a una habitación y cuatro valijas. Su dormitorio de anacoreta tenía algunas repisas que le sugirieron sacar sus libros del encierro. Los puso todos en el piso y los miró, con un cariño cansado, antiguo. Tantas cosas habían pasado desde entonces… Abría éste, hojeaba aquél, acariciaba ese otro. Después de algunas horas le vino, con una tibieza inesperada, una triste pero tranquila revelación. Ya casi no quedaban libros que le acompañaran en estos días. Había empezado a descreer tantas cosas. Se desprendía de la arrogancia de los sistemas integrados y racionales del pensamiento. Se había dado cuenta que las consignas y las frases de memoria, aprendidas de tanto libro doctrinal, no significaban nada para el dolor del mundo, para su propio dolor. Así, los fue poniendo a un lado para resolver qué hacer con ellos. Sentía que regalarlos era un poco cínico. Regalar un par de zapatos viejos no era lo mismo; cumplirían una función noble hasta que se terminaran de romper. Pero, ¿cómo le podría regalar a alguien un libro que, tarde o temprano, también lo decepcionaría?
Así que aquellos libros volvieron a la caja y tal vez un día, cuando terminara de morirse el poco romanticismo que le quedaba, haría una pila enorme y les prendería fuego. Al fin y al cabo son tan pocas ideas las que resisten el paso del tiempo y hay tanta lesera que nos distrae de lo verdaderamente importante.
¿Qué quedaba? Las ilusiones perdidas, La odisea, Mandela, Gandhi, El hombre y su poesía, La universidad en la historia de Chile, La república, Gabriela anda por el mundo. En su mesita de noche, junto a una Biblia antigua, irían parando, al menos por un tiempo, otros libros que le abrigarían un poco los escalofríos del alma.

(Este artículo ha sido escrito especialmente para la radio cristiana CVCLAVOZ)

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