El mar de dudas que podría llegar a ser mi único legado posible. La inclinación cada vez más intensa a no decir “lo correcto”. La madre de todas las batallas contra la extinción de las palabras y el arte de la conversación. El creciente distanciamiento de las autodenominadas figuras de autoridad. La rebeldía como gestión del pensamiento independiente. El escepticismo creciente respecto del discurso, la predicación, la consigna, los disparadores y las llamadas de atención.

Las duras negociaciones con la soledad adquirida. El resentimiento debido a las horribles maneras que se han inventado para matar el silencio (mención especial para el perro de un departamento aledaño que ladra angustiadamente todas las noches a las horas más inesperadas). La grosería de los modos sociales. La insolencia de la picaresca. La desesperada búsqueda de la paz.

(Interludio)

“No hay que leer libros para saber lo que dicen sino para saber qué es lo que quieren decir”.

(Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa, Umberto Eco)

El viaje. El otro, el absolutamente otro lugar. Mi sur austral, inmensa geografía ausente. Mi insanable nostalgia de monte, neblina y bosque. El no ser en aeropuertos y terminales. La noche que arrulla la ida y vuelta a Nunca Jamás.

Los cuadernos de la memoria, algunos guardados y otros esparcidos en anaqueles y vecindarios ajenos. Los antiguos intentos por abrir un boquete en los muros de la institución y en la mente uniformada – “another brick in the wall”.

La vida fuera de la baldosa común. Bailando en la oscuridad y como tantas veces las ganas de no tener más ganas y alguna noche las ganas de tenerlas. El esplendor en la hierba. Las hilanderas de la luna. Un poco de la “música de mi vida”, la silenciosa fidelidad de los libros y el cierre total de todo canal y portal de noticias porque ya basta de contemplar cómo los pueblos cometen suicidio todas las horas todos los días.

Finalmente, explico que a veces me canso de la escritura técnica, tan necesaria que es y tan poco agradable para el pulso y la mente cansada. De modo que cualquier intento de hallar aquí hoy alguna enseñanza o valiente conceptualización es absolutamente inútil. Esta es literatura descartable, amigas y amigos.

Una autoindulgencia de viernes, digamos…

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