Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada

(Edmund Burke)

Ya hemos abordado aquí varias veces el tema de la ausencia de los cristianos evangélicos en el curso de los acontecimientos que caracterizan a nuestro mundo hoy. Y me parece que hemos de continuar aludiendo a ello, por varias razones.

La primera y más importante, me parece, es el discurso que habla del cambio de vida, de la nueva criatura, de la transformación que el evangelio produce en la vida de las personas. Un argumento oído hasta el cansancio es eso de que si cambian las personas cambia la sociedad.

Los hechos crudos demuestran que incluso en las sociedades donde más abundan los cristianos los indicadores biodemográficos mantienen sus perversos niveles de maldad, violencia, desorden y otro males sociales. Así que es hora de cambiar el argumento o que los cristianos entren directamente en la batalla contra los males públicos.

¿Es culpa de los cristianos que las cosas no anden bien? No, por supuesto. Sería injusto e inexacto hacer esa afirmación. Lo que nos tiene que conmover es la idea expuesta hace muchos años por Edmund Burke: para el que el mal domine el campo no se necesita más que la gente de bien no haga nada.

En segundo lugar y no menos importante es que los cristianos entiendan que hacer el bien debe ir mucho más allá de la asistencialidad. No está mal otorgar comida, alojamiento o atención medica a los desposeídos y desplazados, al contrario. Pero eso es seguir tratando con los síntomas y no con las causas de que tantas personas vivan en tales condiciones de precariedad.

Las causas se encuentran en la gestión pública, en la perversidad del sistema económico, en la conducta reprochable de muchos políticos, jueces, policías y sectores marginales que no encuentran límite a su accionar perverso.

¿Hay alguna afirmación más clara que esta a la hora de pensar en el rol social de los cristianos?: “…Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” (Colosenses 1:20)

La pregunta que nos queda es si las cosas que están en la tierra son solamente las almas de las personas o todas las cosas, que incluyen además el sistema político, social y económico…

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