Llueve en el territorio sur de la memoria. La neblina se recuesta en la cumbre de los recuerdos. La sensación térmica de la nostalgia ha descendido a niveles históricos. La humedad ha penetrado en los pliegues de las crónicas pasadas y se anuncia un marcado descenso de la temperatura en toda la región. No se puede registrar de dónde viene el viento pero se dirige más al sur a una velocidad variable. Los cúmulos están bastante espesos pero se espera que aligeren hacia el fin de semana.
Por el centro del país, la primavera se despereza con bastante lentitud y despliega su paleta de verdes por la orilla del río. A ratos regala una brisa tibia más al norte que aligera el peso melancólico de la tarde. Ofrece bastantes posibilidades a la creatividad y provoca esporádicos deseos de salir a caminar. El sol aparece más temprano y desafía las ganas de seguir durmiendo. A la tarde pinta de rosado unas nubes rezagadas lo que sugiere algunas reflexiones intrascendentes antes de que oscurezca.
Por el norte persiste la sequía de las palabras emergentes y hay que cavar pozos profundos en el yermo para encontrar el agua necesaria. No hay sonidos perceptibles ni ecos que permitan reconocer alguna humanidad interesante. Una lluvia rara hizo florecer el desierto pero el fenómeno apenas duró cuatro días y no hubo tiempo de escribir alguna cosa realmente interesante al respecto. Al mediodía se despliega un infierno caliginoso y por la noche se deja caer un frío polar.
En la zona de los valles transversales caen unas heladas fatídicas y congelan toda posibilidad de diálogo respecto de las presentes circunstancias. No queda otra cosa que quedarse quietecito a la orilla de la estufa y tomar unos mates reconfortantes. El pronóstico es bastante incierto aunque los más optimistas prevén que la situación puede cambiar favorablemente en los próximos días.
En el archipiélago llueve sin clemencia pero la población está habituada. La circulación está bastante restringida pero es posible comunicarse a través de los medios tradicionales y pactar algunos encuentros cuando vuelva el sol por estas soledades insulares. Lo que sí se puede asegurar que la cosecha tradicional de papas y manzanas no sufrirá retrasos por lo cual el chapalele y la chicha no faltarán en la mesa en la próxima temporada.
Este parte meteorológico tiene vigencia hasta las cero horas de alguna mañana próxima.

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