(Sí que estarán alterados nuestros mundos en 2053. Si yo viviera entonces tendría 100 años. No voy a estar ahí, entonces me figuro cómo puede ser)

No paro de preguntarme cómo irá a ser el mundo cuando el último habitante de la ciudad letrada y el último caminante análogo hayan partido hacia ignotos destinos.

Se habrá cerrado en esa hora y para siempre el último de los libros, se habrá leído la última edición del periódico de papel. Las imprentas se habrán convertido en silenciosos museos de la memoria porque no se oirá más en ellas el ruido característico de la Heidelberg de paleta, la guillotina o la prensa de relieves.

La escritura a mano o en los teclados de las últimas computadoras convencionales será apenas un vestigio y junto a desarmaderos de autos se hallarán rumas de cuadernos y anotadores amarillentos, montañas de lapiceras descartadas y un enorme montículo de chatarra electrónica de primera y segunda generación.

Las conversaciones en persona alrededor de una mesa un viernes a la noche después del trabajo serán sólo retazos en la memoria de los últimos traficantes de cerveza y mozos de camisa negra y corbatín de seda.

Nadie, pero nadie, recordará los mapas del National Geographic o los inmensos atlas de tapas duras forradas en tela marrón donde uno buscaba con el dedo lugares remotos tales como Birmania, Cherrapundji o Siam.

Habrán desaparecido para siempre las agendas Rhein, las pizarras blancas con marcadores borrables, la siestita después del almuerzo, los abrazos reiterados, los celulares de toda clase (porque habrá nuevos dispositivos de comunicación), la ida a comprar al kiosko de la esquina, las clases presenciales, los viajes reales (reemplazados por los viajes virtuales).

Los mecanismos y aparatos de comunicación serán implantados en el cerebro y desde ahí activarán los ojos, los oídos y la voz para comunicarse con todo el mundo, la luna y Marte (al menos). Se podrá navegar con el pensamiento por la NI (Nueva Internet) y los hackers, cuando entren a nuestra cabeza, van a borrar nuestros mejores recuerdos y van a instalar loops con discursos políticos, noticias de las nueve y predicaciones hasta que enloquezcamos.

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Tal vez no va a suceder así. Y será como en la película Blade Runner que proponía que en 1985 los autos iban a volar, habría androides casi humanos y uno se iría a vivir a colonias en remotos planetas y no pasó así.

O tal vez va a suceder eso y otras cosas y esta mínima crónica se va a convertir en una curiosidad literaria que sólo nietos y biznietos recordarán…

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