No puedo dejar de hablar de este acontecimiento que nos ha afectado a todos. Y no sólo por el hecho de vivir cerca del lugar donde ocurrió, porque estamos en el país en el que ocurrió, sino porque fueron muchas vidas inocentes perdidas y eso, nos afecta a todos. Inocentes, porque no estaban en una guerra, no estaban armados ni se esperaban lo que les vino. Nos llena de congoja y dolor, nos llena de pena y de pesar por las familias de aquellos que perecieron y por lo que están sufriendo los que están en cuidados intensivos en una clínica. Nos llena de coraje porque es un acto deleznable de un desalmado cobarde que con armamento violó vidas. No solo las que estaban dentro del club, sino las de las familias y amistades de todos. No nos tocó muy cerca por la distancia a la que estamos del lugar, sino porque nos tocó violentamente el corazón.

Es el irrespeto a la vida lo que nos da el zarpazo. La planificación con mala intención y alevosía. Gente que no le hizo absolutamente nada al autor de la masacre. Ninguno de ellos probablemente ni tan siquiera se habría topado con él anteriormente. Esa maldad que lleva a la elaboración de un plan con el solo fin de hacer daño, de creerse Dios para terminar con vidas que él, consideraba menos o que le molestaban por su etnia o por su preferencia sexual. Es terrible, es fuerte, es doloroso y es algo que además nos trae temor, porque vemos una vez más, por si se nos había olvidado, que somos vulnerables. Vemos una vez más que el mal está infiltrado y cuando decide actuar, nos sorprende y sentimos impotencia.

Hay que orar incesantemente, hay que orar por que no hayan más eventos como éste, hay que orar por todas las almas perdidas, por todas las vidas cortadas, por las familias que perdieron seres amados. Hay que orar por el país, por el futuro de nuestros hijos, nietos. Hay que orar y jamás dejar de hacerlo. Y hay que tomar acción y llevar la palabra de Dios a todo aquel con el que nos encontremos. Oremos por quienes no conocen aún la verdad de Jesús. Mostremos a todos la gracia y el amor de Jesús sin importar las diferencias de cualquier tipo. Llevemos el Evangelio a todos sin timidez y con mucha claridad. Y que Dios nos ayude, ampare y proteja.

 

Este artículo fue producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario