Las ruedas de carreta porque son muy grandes para comulgar con ellas. Los estatutos humanos que definen sucintamente el universo y todos los vivientes. Los requisitos para ser considerado parte del grupo. La presunción denunciada en el libro antiguo: “Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú” y aquellos que todavía la sustentan. Los candados, letreros y rejas que limitan el ejercicio de la libertad. Las categorías inventadas para definir, separar y evaluar a las personas.

Los gruesos volúmenes escritos para estudiar las cosas más simples. Los discursos que tienen por objeto suscitar sentimientos y promover lealtades emocionadas. Los lugares comunes y las consignas que componen la mayoría de los argumentos para defender lo indefendible. Las condiciones en letra chica que surgen después que las personas han hecho de todo corazón decisiones a favor de la causa. Los sutiles – y no tan sutiles – chantajes a que se somete a los desertores y disidentes. Las truculentas profecías acerca del futuro de los que se bajan.

Los flagrantes cultos a la personalidad y la propaganda para exaltar el genio de los dirigentes. Las declaraciones ex cathedra y los pronunciamientos definitivos acerca de cuestiones discutibles. La parafernalia de las celebraciones multitudinarias y los encendidos discursos en aniversarios y efemérides. Los legados de los solemnes difuntos, inflados por inteligentes y bien pagados publicistas.

Las descaradas subidas al carro de la victoria por parte de los que no movieron un dedo para conseguirla. La sorda pelea y las patadas por debajo de la mesa para salir en la foto a la hora de los homenajes o inscribir el nombre propio en las declaraciones públicas. Los acomodos y las maniobras para colocar a los delfines en los lugares de privilegio – y la cuenta que tienen que pagar más tarde a sus favorecedores. El maquillaje oportuno a las debilidades de personajes e instituciones. Los chivos expiatorios y las vestiduras rasgadas para no ser salpicados cuando todo se viene abajo.

La soledad en que te quedas cuando eres borrado de los registros. La historia oficial que se escribe para dejar constancia de tu iniquidad por ser disidente y excluir de culpa a dirigentes e instituciones.

Desde Nunca Más, los exiliados, los despedidos, los vaporizados, los excluidos, los marginales, los desamparados, los desamorados, los diferentes, los cansados, los abatidos, los decepcionados, los heridos y tantos otros pronuncian continuamente sus objeciones…

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