Hace unos días  celebramos el 2do aniversario de El Antivirus, y el cuarto año de mi cuarta década.  Recibí muchas felicitaciones y deseos de bienestar. Para mí fue agradable que algunos pensaran que tenía hasta catorce años menos.  Lo cierto es que el tiempo sigue su marcha sin detenerse a esperar por nosotros.   Cada décima, segundo, minuto, hora, día, semana y año que ha transcurrido,  ha sido un regalo intangible para lograr nuestro propósito.  Depende de ti y de mí aprovechar diligentemente este invaluable obsequio divino para completar nuestra asignación en la vida. La semana pasada decidí retomar mi rutina de ejercicios al correr y caminar temprano en la mañana antes de llegar a mis labores en la oficina de CVCLAVOZ.

Tengo la costumbre de utilizar el cronómetro para medir el tiempo invertido en la distancia completada de ese día. De esta  manera puedo evaluar la efectividad del ejercicio realizado en dicha actividad deportiva. Una vez terminé de ejercitarme, procedí a prepararme el desayuno y la vestimenta apropiada para iniciar mis funciones.  En la tarde de camino a buscar a las niñas en el colegio estuve a punto de ser golpeado por otro vehículo en la carretera interestatal de la ciudad donde vivo. Minutos más tarde, un colega ministerial estaba en cuidado intensivo por los golpes sufrido a causa de un accidente en motora.  Luego le dedico tiempo a las noticias internacionales y descubro la muerte de artistas y personalidades de la política, la cultura y el arte. Todo esto apenas empezando la jornada laboral. Al finalizar con la producción radial tuve que reflexionar camino a casa. Pensar en lo frágil y fugaz que es la vida.  Cuanto tiempo perdemos en muchas ocasiones en asuntos triviales que nos distraen y roban demasiadas energias. ¿Cuando será mi momento?  ¿Estaré listo para dejar este mundo?  ¿Completé mi encomienda?

Hace unos días estuve escuchando una canción del duo Tercer Cielo que lleva el título “Como si fuera mi último día”.  Esa canción, que me ha inspirado a redactar este nuevo contenido editorial para ustedes presenta una realidad que muchas veces es subestimada.   ¿Cuanto daríamos para enmendar los tropiezos? ¿O dar marcha atrás para corregir decisiones dolorosas? ¿Se puede evitar los recuerdos de las oportunidades que dejamos pasar?  ¿Y que de aquellas batallas mentales que nos recuerda todo lo que no hicimos por temor?  ¿Se puede eliminar el dolor del alma producido por algún suceso inesperado? Claro que sí!  Toda historia triste puede tener un final feliz. Una herida o enfermedad dolorosa puede tener una sanidad.  El proceso de recuperación y realización dependerá mucho de nosotros. Es oportuno mencionar que Jesús dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14:6) y “Vengan a mi todos los que estén cansados, abatidos, insatisfecho, que yo les daré descanso” (Mateo 11:28).   Ambas declaraciones ofrecen la seguridad que El ha decido dirigir nuestros pasos y ayudarnos a maximizar nuestras fuerzas para alcanzar nuestro destino en El y para El. Nuestros tiempos están protegidos y garantizados bajo la protección de su mano (Salmo 31:15). Además tener atención al consejo de Dios nos trae satisfacción (Eclesiastés 12:1).

Hoy,  pudiera ser nuestro último día. Lo que no hicimos, no importa, sino lo que podemos hacer.  Vamos levántate, camina e inicia tu recorrido hacia todo aquello que estás por terminar. Revisemos nuestro calendario y comencemos  por el principio hasta completar todo lo que fuimos diseñados para hacer.  Si tenemos que perdonar, perdonemos;  si es olvidar, olvidemos; si hay que restituir, restituyamos y si tenemos que empezar, empecemos  de una vez. Que nada impida que Dios sea nuestro aliado  y el tiempo nuestro testigo. CVCLAVOZ

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