Pensemos, por ejemplo, en el Claro de Luna de Beethoven. Dejemos, pese a todo el optimismo y entusiasmo disponible, que nos atrape la melancolía de ese trío de notas que van marcando dulcemente el tránsito del tiempo perdido o de las esperanzas disueltas. Acompañemos ese drama en tono menor que explica lo que nos duele o lo que nunca acontece. Esos lentos y azules compases nos consolarán cuando las explicaciones precisas resuelvan todo, menos el sentimiento.
O reflexionemos en las palabras de Jean Grénier en Las Islas, que comprenden lo que nos pasa, aunque no tengan la respuesta. Son tantas las veces que esperamos nada más comprensión y compañía; las recetas y los procedimientos los necesitamos en otro tiempo, a veces nunca.
Consideremos aquellos tiempos en que los hijos entran por las puertas prohibidas, por los caminos complicados. Recordemos aquellas noches en vela, esas llamadas desesperadas para tratar de saber dónde están. No ha habido palabras que puedan alcanzar nuestros corazones angustiados. Ni las más bienintencionadas pueden aliviar el dolor del no saber, la incertidumbre del futuro, el temor de las malas noticias.
Pero también tengamos en cuenta que ha habido buenos momentos, encuentros desmedidamente alegres. Pláticas preciosas y promesas cumplidas. Lugares inolvidables. Días en que el tiempo vuela pese a que queremos atraparlo con todas las ganas del mundo. Instantes especiales en que todas las esperanzas cristalizan y todos los miedos desaparecen, aunque sea por unas horas. Volvamos por un momento a los días del lindo arco iris, cuando nos sentíamos como flechas de luz, como exploradores en concierto.
Tengamos en cuenta todas las cosas que aprendimos, que descubrimos, que vimos. Con aquellos materiales construimos historias, llevamos adelante proyectos, fuimos parte de empresas colosales o de pequeños intentos personales. Con el tiempo tuvimos dudas, volvimos atrás y nos dimos cuenta que era necesario rehacer todo o buena parte. El mundo era diferente a nuestras formulaciones y quisimos ser consecuentes con esas diferencias. No siempre nos fue bien. Avanzamos, no tanto como queríamos, pero por lo menos no estábamos donde mismo.

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