Dicen algunos estudiosos que Hipaso de Metaponto, un discípulo de Pitágoras estaba estudiando la medida de la diagonal del cuadrado y arribó a la perturbadora conclusión que la raíz cuadrada de 2 no era 1 ni era 2, sino un número intermedio que resultó ser inconmensurable. Hoy a esos números se los llama irracionales.

Esto desafiaba el mundo ideal de Pitágoras en el cual todas las medidas eran perfectas. El estaba tan imbuido de esta idea que dedujo que el Universo mismo se había construido a partir de números.

Así que el descubrimiento de Hipaso era un peligro para la armonía matemática de Pitágoras. “Cuenta la leyenda” que los discípulos de Pitágoras, previendo el peligro que estas ideas traían al orden establecido por el matemático, en un viaje de barco lo habrían lanzado por la borda. O sea, lo habrían asesinado.

Los siglos han demostrado que cada vez que alguien desafía el conocimiento estándar con una idea distinta desordena el tablero y es visto como un enemigo. Pero el tiempo casi siempre ha demostrado que esa nueva idea era correcta o más adecuada.

Que la tierra era redonda, que su interior era una bola de fuego desde donde provenían los volcanes y que giraba alrededor del sol fueron ideas cuya condena a muerte sólo podía ser evitada con la retractación. Es irónico que la madre y maestra de estas sanciones fuera la iglesia cristiana.

La verdad, cuando es verdad verdadera, trae implícita la libertad. El conocimiento, en lugar de encerrarlo a uno en un sistema exacto de saberes, lo instiga a explorar lo que se sabe, a interrogarlo, a confrontarlo con la realidad como es y no como uno quiere que sea.

Pero la madre y maestra se resiste a pie juntillas a que sus paradigmas fundacionales sean revisados o expuestos. La política interna – poder, dinero, influencias – depende de su estabilidad. La intangibilidad de sus dogmas es fundamental para su subsistencia como sistema. 

Así que el saber sostenido por la institución es elevado a la condición de sagrado y cuestionarlo sería provocar a Dios mismo. Más claro echarle agua.

Pero el saber no es patrimonio de un grupo privado. Está disponible para todo aquel que lo busque de todo corazón. Es de acceso libre. Es vulnerable al amor, a la pasión, a la razón.

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32)

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