No dejes de seguir tus sueños. No pares de soñar. Pongamos de moda los sueños.

En las puertas de las tiendas de la ciudad donde vivo se suelen poner unas pizarras que anuncian ofertas y regalan estas frases. Hay otros temas también pero éstos se juntaron hoy en mi camino al trabajo.

Tal vez es temporada de sueños y no me había enterado.

Alguna vez escribí por ahí que los sueños son la matriz de la realidad. Que lo que vemos, escuchamos y usamos en nuestra vida diaria un día fue una idea en la mente de alguien.

Un sueño, nada más ni nada menos.

Leí en algún antiguo libro de proverbios que el perezoso todo desea y nada alcanza. Tal vez conozcan personas así. Tienen la rara idea de que si desean algo intensamente lo lograrán; que la voluntad hará realidad el anhelo. Tenía un amigo que llamaba a eso “fe en la fe”.

El sueño es imprescindible para llevar a cabo un proyecto. Pero con todo lo importante que es, no constituye más que el cincuenta por ciento. La otra mitad es el trabajo.

Esta es una época que se caracteriza por la búsqueda de la satisfacción inmediata y espontánea. Las personas lo desean todo y lo quieren ya. Algo así está pasando con los sueños.

Escucho gente que quiere viajar, saber inglés, triunfar en la vida y publicar un libro con la historia de su vida (es notable la cantidad de personas que desean contar su vida en un libro).

En proporción directa, es asombroso constatar la gran cantidad de soñadores no tiene la disposición a hacer el trabajo necesario para conseguir esos objetivos.

Pensemos en otra línea de reflexión. Un señor, en 1949, compra un pequeño autobús con motor de arranque a manivela y comienza a transportar pasajeros desde una pequeña localidad a la ciudad cabecera de la provincia.

En 2019 es una línea de buses nacionales e internacionales con más de cuatro mil unidades, con sus terminales propios, sus hoteles y que cotiza acciones en la Bolsa.

Me pregunto si aquel señor que empezó solo su negocito de transporte soñó efectivamente con la dimensión actual de su emprendimiento. Tengo la persistente impresión que no.

Creo que su meta fue nada más el trabajo, la dedicación, la responsabilidad y – ojalá – la honestidad.

Una minúscula acción local se convirtió, setenta años después, en un hecho nacional.

Tanto o más importante que soñar es trabajar. Me parece…

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