“Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas.” Salmos 147:3 (DHH).
Hay momentos en que sentimos profunda tristeza y dolor porque nos han lastimado. A veces parece que nadie puede ayudarnos ni se interesa por nuestro sufrimiento. Sin embargo, Dios es capaz de hacer que vuelvas a sonreír. Él no te dará la espalda en los momentos que más lo necesitas, sino que por el contrario, está dispuesto a sanar tu corazón y vendar tus heridas. Pon todo tu dolor en las manos de Dios y deja que sea Él quien restaure tu paz y gozo.
¡Animo corre a sus brazos, con Él hay esperanza!
Por Giovana Aleman
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.