Originalmente este blog trataría de “Literatura”. Una decisión editorial lo derivó a “Opinión”. Un acierto en realidad. Me abrió la puerta a un mundo más amplio de temas y así meto mi cuchara en otras cuestiones humanas – que incluyen a veces las divinas. La mayor parte de mi vida he hablado a una audiencia presencial. Este blog me ha metido de lleno en el universo del público virtual. No sé – y sospecho que es mejor así – cuántas personas leen estas publicaciones. Aunque una observación relativamente acuciosa probaría – como también sospecho – que no es mucha.

Le he dado bastantes vueltas a este asunto y hace unos días se me ocurrió volver a compartir con ustedes algunos de estos pensamientos. Ya es un hecho confirmado por la realidad que la gente de la fe lee muy poco y cuando lo hace se refiere casi únicamente a los libros… de la fe. Ya les conté que menos del 4% de ellos han leído su propio libro, la Biblia. El mundo virtual ha empeorado el panorama. Los estudios señalan que la mayoría absoluta de la gente no lee contenidos en Internet que tengan más tres o cuatro líneas: manda la imagen y el sonido. Les confidencié el otro día que mi artículo es anunciado siempre en la red social del sitio de CVCLAVOZ, que incluye una foto y tres líneas que selecciono como motivador, y que las personas que a veces lo comentan lo hacen en base a esas tres líneas (¡no leen realmente el artículo completo!). Se pueden imaginar el resultado…

Si alguna amable persona se ha tomado, o se quiere tomar, el trabajo de leer todos los artículos que he publicado hasta aquí – ya alrededor de 500 – descubriría que estos contenidos podrían generar un diálogo intenso, fructífero y posiblemente iluminador. Hay quienes me han otorgado ese privilegio, grato por su intención y leve por su escasez. El resto sólo han sido algunos “amén” o “muy interesante” que acumulan puntos para el club de amigos del sitio.

¿Por qué no colocar este material en un sitio más visible y generar un tráfico multitudinario? Precisamente por eso. Lo multitudinario rara vez genera profundidad; a lo más, un poco de entusiasmo que muere al minuto que otro novedoso estímulo entra a sacudir las emociones y así ad nauseam.

Prefiero un público que se da el trabajo de buscar porque así el abrazo es más ferviente.

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