El libro de Ester relata la historia de Mardoqueo, un judío, primo de la Reina Ester, quien había rehusado a inclinarse ante Amán, a quien el rey había engrandecido.

A causa de la actitud de Mardoqueo, Amán se había enfurecido tanto que logró que el rey hiciera un decreto para que, no sólo Mardoqueo, sino todos los judíos del reino murieran. Además de eso, mandó a construir una horca de 50 codos,  para colgar a Mardoqueo, para que así todos fueran testigos del castigo que recibiría por no  haberlo honrado.

La historia dice que aquella noche, antes de que colgaran a Mardoqueo, se le fue el sueño al rey, y pidió que le trajesen el libro de las memorias, las crónicas, y fueron leídas delante del rey.

Y se halló escrito en él que Mardoqueo había declarado contra Bigtán y Teres, dos eunucos del rey, guardias de la puerta, que habían conspirado para quitar la vida al rey Asuero.

Después de leer esto el rey preguntó: ¿Qué honra o qué distinción se le hizo a Mardoqueo por esto? Y  sus servidores le respondieron: Nada se ha hecho por él.

Entonces el rey preguntó: ¿Quién está en el patio?

Amán había entrado al patio exterior del palacio real para pedir al rey que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que tenía preparada para él. Cuando los sirvientes le respondieron que era Amán el que estaba afuera el rey lo mandó a llamar.

Amán entró, y el rey le preguntó: ¿Qué se hará al hombre a quien el rey desea honrar? Amán pensó en su corazón: “¿A quién más deseará honrar el rey, sino a mí?”

Entonces Amán respondió al rey: Para el hombre a quien el rey desea honrar, que traigan la vestidura real con que se haya vestido el rey y el caballo en que haya cabalgado el rey, y pónganle una corona real sobre su cabeza.

Que entreguen la vestidura y el caballo por medio de alguno de los oficiales más nobles del rey, y que vistan a aquel hombre a quien el rey desea honrar. Haz que lo paseen a caballo por la plaza de la ciudad y proclamen delante de él: “¡Así se hace con el hombre a quien el rey desea honrar!”

Entonces el rey dijo a Amán: ¡Date prisa, toma la vestidura y el caballo, como has dicho, y haz eso con el judío Mardoqueo que se sienta junto a la puerta real. No omitas nada de todo lo que has dicho.

Después de haber hecho como el rey ordenó, Mardoqueo volvió a la puerta real y Amán se apresuró a su casa, apesadumbrado y con la cabeza cubierta.

Y la historia no termina ahí, sino que Amán fue ahorcado ese día en la horca que había preparado para Mardoqueo.

¿No te parece increíble cómo Dios cambia todo para nuestro bien? No importa lo poderosa o influyente que sea una persona ni lo que sea que haya tramado en tu contra, Dios te librará de aquello y te exaltará.  Sólo esfuérzate y sé muy valiente y no te apartes de la ley de Dios.

Nada está oculto a los ojos de Dios y no hay nada que Él no pueda transformar para tu beneficio.

El final  de Mardoqueo tal vez hubiera sido la horca, todo apuntaba a eso,  pero Dios intervino a su favor y cambió el final.

Dios ha prometido grandes cosas para ti, no temas a aquellos que planean cosas en tu contra porque Dios ya determinó bendecirte y nada de lo que hagan para dañarte prosperará.  Tu final está en las manos de Dios y Él tiene control de tu vida.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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