Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Mateo 5: 6 (RVR1960).
El satisfacer nuestras necesidades básicas es algo que continuamente vamos buscando. Nuestro organismo requiere alimento sólido como también agua para tener un buen funcionamiento. Sentimos hambre cuando el cuerpo demanda nutrirse. De la misma manera sucede cuando el organismo necesita hidratarse, se produce el ansia por beber líquidos.
Es interesante cómo Jesús ilustra esta bienaventuranza con necesidades básicas que el ser humano manifiesta; todo con el propósito de que comprendamos lo siguiente: De la manera que nuestro organismo ansía tomar alimento y beber agua de forma incesante, así también debemos tener hambre y sed de justicia.
En primer lugar es necesario aclarar lo siguiente. Específicamente este versículo no se está refiriendo a que Dios intervenga para que se haga justicia en la tierra. Más bien esta bienaventuranza menciona que como hijos suyos debemos anhelar estar en su presencia. Es decir, considerar que sólo Él puede satisfacer nuestras necesidades espirituales.
Al despertar cada mañana, ¿existe esa urgencia de buscar a Dios en oración al igual que querer saciar el hambre y sed física? El salmista David tenía esa necesidad de Dios, veámoslo en este pasaje:
Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua.
Salmos 63:1 (NTV).
Por otro lado, el tener hambre y sed de justicia también significa anhelar vivir moralmente de forma íntegra. Este deseo sólo nace cuando tenemos una relación personal con Dios. Es decir cuando hemos reconocido que solamente el Señor puede satisfacer nuestras necesidades espirituales y, como consecuencia, recibimos el perdón de nuestros pecados. A partir de ahí deseamos ser justos, hay un fuego ardiente de vivir en santidad y pureza.
Al comprender que sólo Dios puede satisfacer nuestras necesidades espirituales, ¿te esfuerzas en meditar la Palabra para someterte a los mandamientos de Dios? Cuanto más conocemos a Jesús más vemos nuestras imperfecciones. Esto nos debe llevar a renunciar a la impiedad para vivir rectamente.
Dios nos dice que seremos dichosos cuando tengamos hambre y sed de justicia porque Él nos saciará. Es imposible que una persona que vive en pecado sea feliz; en cambio el que vive en integridad tiene paz, seguridad y reposo. Si en nosotros no hay ese anhelo de vivir de acuerdo a las leyes de Dios, algo está sucediendo. Volvamos a nuestro primer amor reconociendo que solamente Dios puede satisfacer nuestras necesidades espirituales.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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