¿Ya tienes tu seguro de vida?

Muchos expertos en finanzas recomiendan tener un seguro de vida, sobre todo si es que la persona tiene parientes que dependen de ella. Y tú, ¿ya lo tienes?

Más que un seguro

Podría decirse que en la actualidad, todo el mundo está familiarizado con los seguros de vida. Sin embargo, no existe ninguna compañía aseguradora que tenga un seguro que cubra lo que realmente significa este seguro.

Los seguros de vida pueden asegurar cierta cantidad de dinero para los deudos o familiares del fallecido; pero el único seguro de vida real es Jesucristo.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Juan 11:25,26 (RVR1960)

En Jesús encontramos el único seguro de vida real para la persona que lo toma, no existe otro seguro que garantiza tener vida y no morir jamás, es el único seguro que beneficia al que cree, no a los demás.

Y tú, ¿ya tienes tu seguro de vida?

La única certeza que tenemos es que, en algún momento, todos moriremos. Y es verdad que es importante pensar en aquellos que se quedan aquí y dependen de nosotros, pero más allá de eso, y mucho más importante aún, es saber dónde pasaremos la eternidad. ¿Has pensado en ello?

Si aún no lo has hecho y has estado llenando tu mente con los afanes del día a día, te invito a detenerte por un momento y evaluar tu vida, empieza a pensar con visión de eternidad.

Dios nos ofrece uno gratuito que no contiene cláusulas ocultas, solamente debemos aceptar que somos pecadores, arrepentirnos y reconocerlo como nuestro Señor y Salvador.

Además, el seguro de vida que te ofrece nuestro Señor, no sólo te garantiza una eternidad junto a Él, sino que incluye sus planes de bien para tu vida aquí. ¿Qué esperas para gozar de un seguro de vida tan único y especial?

Oración del día

Padre Bueno y misericordioso, gracias por sacrificar a tu Único Hijo para que yo pudiera gozar del perdón de mis pecados y de una vida eterna junto a ti. Perdóname si no he sabido apreciar una dádiva tan grande y ayúdame a vivir honrando ese sacrificio sin igual. El en nombre de Jesús, amén.