“Pero el SEÑOR le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” 1 Samuel 16:7 (NTV)

Desde el momento en que Saúl fue rechazado como Rey, Dios ya tenía en mente a alguien que ocuparía su lugar en el trono, por lo que envió a Samuel a la casa de Isaí para ungir a uno de sus hijos.  Imagino lo confuso que debió ser para el Profeta elegir al sucesor de Saúl y más por las virtudes físicas e intelectuales que cada uno tenía. Porque cuando creyó haber escogido a la persona ideal, Dios le dijo que no, puesto que Él ya había elegido al que menos se imaginarían, David “un simple pastor de ovejas”.

La famosa frase dice que la comida entra por los ojos, puede un plato ser apetecible a la vista por su buena elaboración, pero la última palabra la tiene nuestro paladar. Si hasta hoy te has dejado guiar por tus ojos, es momento de analizar antes de juzgar.

Que la apariencia de una persona no sea el único parámetro para calificarla, porque con seguridad esto puede llevarte a conclusiones equivocadas.

Por Ruth Mamani

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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